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Maldito Internet! Bendito seas!

 

Tejiendo pensamientos en torno a la red de redes (1)

Internet no es en sí mismo sinónimo de libertad en las comunicaciones. Ni siquiera fue pensado para ello. Estamos, no obstante, lejos de desaconsejar su uso. Los aportes tanto en lo cultural como en lo educativo son fundamentales en la formación contemporánea. La deuda, que está en relación con una verdadera pedagogía para la libertad, es el sentido crítico que permita examinar los contenidos que aún orbitan alrededor de un espacio ajeno.

 

Por Jorge Garaventa*

(para La Tecl@ Eñe)

Internet es un lugar mucho menos confiable de lo que se supone para la búsqueda de información. En todo caso son sitios, personas y portales, los que pueden garantizar fiabilidad de lo que por allí circula, pero lo cierto es que si colamos fino, no ha de sorprendernos que muchísimo material que encontramos sea sencillamente desechable. Y no hablamos de calidad de la información, que sería otro cantar a ser tenido también en cuenta, sino de la veracidad de los contenidos. No obstante, tal vez no sea esa la mayor dificultad para garantizar el uso adecuado de una de las herramientas más valiosas de comunicación que nos ha brindado la modernidad, sino el sometimiento acrítico a lo que se difunde. Quizás por eso, es bueno poner la mirada por un rato, no solo en el pastor mentiroso sino en quienes corren presurosos ante la llamada por la llegada del lobo.

 

Por supuesto que nada de esto nos impide ver con claridad la profunda transformación en las comunicaciones que trajo consigo la masividad de Internet así como el impacto que se desprende de poner en función social las redes virtuales de interrelación humana.

 

Las redes sociales, Facebook, Twitter, Linkedin y otras, son herramientas de penetración publicitaria que facilitan la comunicación sesgada entre personas a cambio, abierta o embozadamente, de datos personales y estilos de comportamiento y de consumo que van alimentando los archivos, efectores luego, de artículos de consumo de calce perfecto. Nada es azaroso en la viña del Señor Dinero. La gran discusión es si, teniendo en claro estas cuestiones, es válido ideológicamente echar mano en ellas a los fines de difundir mensajes que se pretenden diversos y que intentan un tránsito crítico por los carriles del capitalismo mientras soñamos o luchamos por un mundo diferente.

 

Una primera conclusión es que somos un mal necesario el uno para el otro. Nos portamos y nos soportamos mutuamente. La cuestión es que no podemos perder de vista que utilizamos una red cuyos mecanismos principales estamos lejos de controlar.

Es necesario mencionar que las redes sociales son apenas una pequeña parte de la red de redes, pero que se transitan con la ilusión de lo fundamental.

 

Las redes sociales superviven, pese a nosotros. Intentar incidir en ellas es una buena decisión si se tienen en cuenta las limitaciones, si se sabe que son como zonas liberadas toleradas. Si eso está claro, hay una función social posible.

La anunciada muerte de los diarios y periódicos con la llegada de Internet se ha mostrado a la larga como una noticia además de exagerada claramente desacertada. Los medios de comunicación masiva no solo no han desaparecido sino que han hecho de Internet un nuevo espacio de difusión ideológica y recolección de ganancias. Lejos de achicarse han agregado mostradores de recaudación.  Algunas mediciones arrojan resultados intencionalmente confusos ya que se pone el eje en la venta en quioscos cuando en realidad el negocio de estos medios, el legal, el visible, radica en la contratación de publicidad. Esta, no sólo no ha disminuido sino que surte las versiones “online”, algunas gratuitas, y otras, como las imitaciones del formato papel, adecuadamente tarifadas.

 

En el plano de los medios de comunicación es, no obstante, en el que se produjeron las mejores y más buenas noticias habida cuenta que se posibilitó la aparición contundente de medios alternativos. No es un fenómeno exclusivo de Internet ya que la existencia de aquellos lo precedió. Lo que la red posibilitó fue una  visibilización más uniforme de portales, diarios revistas y radios sin financiamiento contundente, y en menor medida, algunos canales de televisión.

Esto durará mientras dure ya que no faltan los proyectos que apunten a poner cada cosa en su lugar, o lo que es lo mismo, ponerle precio al online.

 

Nuestro país ha hecho un retroceso en ese sentido, tarifando desde Cancillería, a través del sitio NIC.ar, la publicación de páginas web. El pretexto fue absolutamente pueril, la cantidad de espacios reservados que no se utilizaban. Hubiera bastado con dar de baja las páginas inactivas y en todo caso ponerle precio a las de las grandes empresas, si el tema era, como se ve claramente, con fines recaudatorios pero encubiertos. El transversalismo de la decisión puso en un plano de igualdad a las empresas multinacionales, los grandes comercios locales, los espacios solidarios, las páginas de difusión científica, los micro emprendimientos y los pequeños usuarios particulares. No queremos pensar, pero nos tienta, que el sueño de un efímero ministro de economía de ponerle valor de moneda a cada mail, empiece a tomar cuerpo.

 

Internet no es en si mismo sinónimo de libertad en las comunicaciones. Ni siquiera fue pensado para ello. Es suficiente con recordar que la red es hija de investigaciones militares en comunicación que buscaban perfeccionar instrumentos para la guerra, la dominación y el control social.

 

Algunos escándalos considerables de los últimos tiempos pusieron en evidencia serias cuestiones sobre el tema. Obama, el premio nobel de la paz, tal vez uno de los mandatarios yanquis más cínicos, quedó burdamente al descubierto ante el infiel comportamiento de un soldado que reveló que el magnicida había ordenado exitosamente el espionaje de los correos electrónicos de pueblos y gobiernos. O sea, como decíamos un párrafo atrás, el imperio concibe Internet como un arma de control social.

Estamos, no obstante, lejos de desaconsejar su uso. Los aportes tanto en lo cultural como en lo educativo son fundamentales en la formación contemporánea. Con sus más y sus menos es, no obstante, una herramienta comunicacional por excelencia, que no empezó con las redes sociales, hoy tan en auge, sino con la implementación del correo electrónico como vehículo de comunicación. Las listas y los foros que surcaron el escenario de los mails, fueron un precedente de muchísima consistencia. 

Por un momento viro a primera persona para ilustrar un antecedente fundamental. Durante más de 10 años, desde 1999 funcionó el “Proyecto Listas y Foros en Internet”, un conglomerado de listas de correo por mail que llegó a albergar más de 10.000 suscriptores. Fue un espacio masivo, universal, solidario y gratuito, con epicentro en “Ética y Psicología” pero ramificado en otros tantos. A través de este proceso que tuve el privilegio de moderar, se armaron redes con inserción más allá de lo virtual, el paradigma de las cuales fue todo lo que se trabajó en torno a las denuncias de abuso sexual infantil y violencia contra la niñez (2).

 

Sigamos por donde veníamos:

Latinoamérica, según estadísticas medianamente confiables, es la región que más crecimiento ha tenido respecto al acceso a la red. En Argentina, por ejemplo, alrededor del 70% de la población tiene alguna forma de conexión y en crecimiento. Esto parece estar en relación con políticas públicas que buscan combatir el analfabetismo cibernético, ya sea implementando servidores de acceso gratuito por un lado y proveyendo de computadoras personales al grueso del alumnado a lo largo y ancho de sus geografías. No hacerlo es profundizar la grieta digital, y eso es otra forma de exclusión.

Por eso, y en los tiempos que corren, no sólo se trata de conectarse a la red sino de hacer un uso racional de la misma.

 

Ha quedado atrás el cibernauta inocente, entusiasta y confiado. Hoy sabemos que no vamos a hacer la revolución desde la red pero que es posible vehiculizar pensamiento colectivo. Durante un tiempo sosteníamos que algunos golpes de estado no hubieran ocurrido, de existir Internet. La realidad nos sacudió de lleno en las ilusiones ya que los gobiernos tienen la posibilidad, y los dictadores no tienen problemas en hacerlo, tanto de cerrar las redes comunicacionales, como de filtrar los contenidos indeseables.

 

De lo que se trata entonces, es de entender que el capitalismo ofrece huecos por donde filtrarse, pero que son solo eso; huecos.

El uso racional de Internet no es una tarea individual sino que requiere de políticas públicas que avancen bastante más allá del manejo de los artefactos que la vehiculizan. Es imprescindible dotarnos de  criterios que subviertan el lugar del entretenimiento deviniendo camino de conocimiento. Sabemos que educación es poder y  camino hacia la libertad.

 

No acordamos, obviamente, con quienes critican el intento de sembrar el país de computadoras, pero advertimos que ese es apenas un paso si no va acompañado de una toma de conciencia del ¿para qué?

 

La deuda, que está en relación con una verdadera pedagogía para la libertad, es el sentido crítico, la mirada paranoide positiva de cuanto se nos muestra, que nada deje de pasar por el filtro. Sentido crítico no es nihilismo, es permitirse examinar los contenidos, porque lo que no ha de perderse de vista es que aún estamos de prestados en un espacio ajeno. Será nuestra presión y la decisión política de los gobiernos lo que determine cuánto y qué es posible pescar con esas redes. La buena noticia es que hay mucho por hacer.

 

1.Este escrito dista de ser un desarrollo técnico, es más bien un conglomerado de hipótesis y pensamientos que busca hacer lazo con otros. Queda claro que se trata apenas de un esbozo de un tema bastante más basto y complejo que lo que aquí se expone.

2.Para una detallada información sobre el “Proyecto Listas y Foros en Internet”:

 http://jorgegaraventa.com.ar/lo%20virtual.htm

 

* Psicólogo

 

 

 

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