Los vecinos traumáticos
Hace un tiempo alguien me dijo: "el desmadre estatal de la inundación de La Plata dejó expuesto un buen contexto para asesinar gente; total, después las causas de las defunciones no se certifican". Creo que tenía razón, y creo que el nudo del problema sobre el verdadero listado de fallecidos, en el fondo era ese. El tema me llevó a pensar el cuento que sigue.
Por Julián Axat*
(Para La Tecl@ Eñe)
Limite II Eva Manzella
El tipo se levanta siempre a la misma hora. Repite la costumbre: lava el auto en la vereda. A S. le molesta que X tenga esa rutina de mañana. Cuando sale para el trabajo las baldosas están todas mojadas, sube al auto y las suelas mojan la alfombra que también S. quiere mantener limpio. Pero la relación de X y S es complicada desde hace muchos años; alguna vez fueron amigables vecinos, pero desde que el perro doberman de uno se pasó por debajo de la medianera y se comió el gato del otro, las cosas se tornaron irreparables. Una guerra silenciosa al decir de una de sus esposas. Impotencia acumulada a punto de de estallar cualquier día al decir de la otra. X y S, no se hablan, no se miran. La ignorancia recíproca como forma de convivencia, aun cuando la pelota cae en terreno ajeno. Nadie devuelve nada con tal de no pedir al otro. Pero el…
… Mal, otra vez vuelvo a empezar y se corta de hastío este relato que en realidad vuelve a la idea de la convivencia entre vecinos de clase media de un barrio de la periferia platense. Se me ocurre una versión didactista del crimen, con un móvil inicial por cansancio que por efecto bola de nieve desencadena otro. Algo obvio para el lector pero que se le escapa… ¿pero cómo romper la lógica de lo obvio? Sigo…
Esa mañana de abril, S percibe el olor a lluvia en el aire, tierra mojada y humedad; el cielo está cada vez más negro, pero X está dispuesto a no interrumpir su rutina y lavar su auto; por lo tanto -y como de costumbre- a mojar los mocasines que lleva puestos S. El suceso se precipita de esta manera: S. espera que no haya nadie en la cuadra, se sienta en el auto y chista a su vecino, a quien toma de sorpresa porque hace dos años que no le dirige la atención y es como si no existiera. S. lo llama con la mano, y el otro se le acerca inquieto y curioso hasta la puerta del auto. Cuando está a pocos centímetros; S. toma una bolsa de residuos que aferra a sus espaldas y le aplica una toma candado saliendo de un salto del auto. Le coloca rápido la bolsa en la cabeza y X cae hacia delante, golpea la frente contra el volante y se desmaya. S. oprime el cogote embolsado y jala hacia abajo, mientras trata de retener los brazos, todo adentro del auto con la puerta semiabierta. Cuando X deja de moverse, S. se apea y queda unos minutos respirando agitado. La boca que inflaba levemente la bolsa, deja de subir. Ahora no se mueve, por lo que S. entiende a cumplido su cometido. Se acabó el problema.
… Mal otra vez, me veo forzado a agregar datos para precipitar un móvil más complejo que un simple entuerto de vecinos. Lo que debería agregar a este relato es que S. es profesor de geografía. O mejor dicho, más específico: experto en climatología astrofísica. Pero eso sería el colmo de la obviedad y todo cerraría en un cálculo matemático para dominar lo previsible de un crimen al que le falta esconder un cuerpo para ser completado. Por lo que –la lógica de este relato indica eso- el desarrollo del crimen consistiría en esperar a que lleguen los chaparrones que, como bien ha estudiado S. a través de distintos telescopios de precisión, da cuenta que las precipitaciones serán tan abundantes que la zona se anegará, incluyendo su casa, la del vecino, la calle y el barrio entero; pues como también ha estado analizando en la Universidad a la que pertenece, el gobierno no ha realizado las obras pluviales y así ha dictaminado. Sin embargo nada de lo sucedido, porque lo que debería ser obvio pasa a ser medio obtuso, y S. no ha calculado la cantidad de centímetros cúbicos que ahora rodean el auto y la lluvia intermitente y él adentro con X en el asiento de acompañantes con la cabeza embolsada…
Entonces S. decide actuar. Arranca el auto y se dirige a la circunvalación de calle 32, pero ahí el agua viene bajando desde 30 hacia avenida 1 con un caudal más intenso, un río con oleajes de sesenta kilómetros por hora, las ruedas del auto ya están sumergidas y llegan hasta el capot. Piensa en arrojar el cuerpo, aun cuando abrir la puerta implique el riesgo de no poderla cerrar más tarde. Es decir, profetiza, ahora o habrá dos muertos. Entonces abre y empuja a X. hacia el caudal que se desliza a todo lo que da, girando al auto en noventa grados mientras ve irse propulsado al cuerpo entre la correntada y S. se queda con la bolsa flameando en la mano; mientras hace esfuerzos sobrehumanos para lograr cerrar la puerta….
… Mal. Acá vuelvo de nuevo a cortar, porque claro está que este crimen del vecino es conjetural, nada indica que haya ocurrido en realidad aunque al lector le parezca cierto. Aunque un ejercicio de buena ciudadanía hace necesario suponerlo, como parte de la trama de estragos a los que estamos acostumbrados y debemos prever para no repetir. La lluvia quedó bien atrás en el tiempo, sabemos que el agua subió un metro y medio en ciertas zonas de la ciudad, lo que no sabemos es que un vecino aprovecha la catástrofe para ahorcar al otro por razones de odio recíproco. El relato debería seguir así para llamar la atención de los incautos, pero claro el problema que se presenta es el destino del cuerpo como parte del crimen conjetural. Acá aparece el problema de la realidad que se cruza con la ficción…
El cadáver de X circula a toda velocidad llevado por la corriente en sentido descendente hacia la zona de calle 1 y 32. Se choca con ramas, árboles, tachos de basura, hojas, otros cadáveres, hasta libros de un conocido escritor que arranca la igualadora la furia del agua. Hay gente que parada en techos de garitas, autos y casas dirá a la prensa que vio pasar cuerpos de bebés, niños, ancianos y mujeres embarazadas. Uno de esos cuerpos debió ser el de X. Cuando la lluvia amainó, el cuerpo de X queda enredado en un pastizal de la zona de 32 y 3. Allí será encontrado horas más tarde por varias personas que cruzan. El cuerpo depositado de costado en posición fetal…
… Mal de nuevo. Otra falla del relato. Para que esto que venimos contando se torne en un policial es necesario agregar ese elemento que todos conocemos y está por llegar, y lo denominaremos: el autor del crimen detrás del autor. Ahí salimos de la lógica de lo obvio, o de lo obtuso, en donde S. podríamos pensar se trata de un personaje demasiado informado como geógrafo o astrofísico; un criminal delicado y meticuloso que dominaría las huestes de lo que se viene; pero preferimos suponer que esto no es así; y que la lógica se le escapa en esferas superiores…
A esa misma hora, a varios kilómetros del cuerpo de X. una mesa de diez personas discute los pormenores del salvataje y el recuento de víctimas de la tragedia. La cifra de fallecidos es mencionada con estupor por la cantidad de cadáveres que se van reportando en el celular de uno de los Ministros. “ya saben lo que tienen que hacer” dice mientras los otros asienten. Pero mientras tanto, a varios kilómetros de esa mesa de Ministros, los bomberos rodean el cuerpo de X. y lo colocan dentro de una bolsa negra ante la vista de los pocos curiosos que quedan. Se abre la puerta de un camión verde fluorescente desde donde se aprecia otras bolsas apiladas unas sobre otras. El traslado a la Morgue dura cuatro horas como consecuencia del caos de transito, el anegamiento y los daños en las calles. La gente baja de los techos y comienza a sacar los muebles arruinados a la vereda. Al llegar a la Morgue, los cuerpos apilados son vueltos a colocar en fila dentro de una de las habitaciones. Hay tres médicos que comienzan a revisar las bolsas y anotan si los cuerpos vienen con identificación o no. Como X lleva su billetera, enseguida se le coloca un cartón con sus datos que cuelgan en el cierre de la bolsa, y un papel en el que se lee “paro cardiorrespiratorio por inmersión”. Ocurre el llamado de rigor a la familia de X la que acude de inmediato desesperada. Se le hacen reconocer el cuerpo. Nadie de la familia de X entiendo como X llegó flotando hasta 32 y 3. Nadie de la familia sospecha de las marcas en el cuello, pues el cuerpo viajó a toda velocidad y chocó con superficies romas de todo tipo. El oficial de policía sabe muy bien la orden del superior. Les pide a los familiares de X ir a una oficina aparte y les explica las opciones, las que describe de este modo; a) entrega mediata b) entrega inmediata c) entrega intermedia. La mediata es un fárrago entre fiscalías, registros de las personas, evisceradotes, oficios judiciales, y entrega. La inmediata es la más cara porque viene de la mano de una determinada empresa funeraria que se encarga de todo hasta la cremación o entierro final. La opción a) es la más adecuada para la familia de X que está en condiciones de no querer lidiar con la burocracia de la muerte…
Mal. Interrumpo el relato porque necesito volver a S. a quien hemos dejado en plena inundación dentro de su auto en la calle 32. S. nunca pensó que el crimen se le iba a ir de las manos al punto de tener cómplices tan interesantes. Ahora que ha visto el cuerpo perderse en la correntada recuerda un caso en los medios de comunicación de una mujer asesinada dentro de un country certificada su muerte por un médico conocido de la familia… entonces medita en el asesinato de X como un verdadero crimen político…
Pero el auto de S. flota y el agua ya se filtra por todos lados, y sus piernas debajo del volante están gélidas. Trata de moverse y no puede. Un calambre y siente entumecer sus miembros, la punta de los dedos un hormigueo cada vez más intenso hasta que pierde la sensibilidad y ni siquiera siente las piernas. S. será hallado muerto dentro de su auto no muy lejos de donde será hallado X. Nadie relacionará circunstancias. Entre las cosas que la familia va encontrar cuando le devuelvan el auto, y luego de que el médico particular certifique la muerte de S. como “paro cardiorrespiratorio no traumático por hipotermia”, estará la bolsa y un hilo de sangre en su interior. No hay motivo para sospechar lo que sabe el lector.
Mal. Interrumpo el final porque lo importante de esta historia no ha sido ni la lluvia, ni el entuerto de vecinos, ni el crimen perfecto; sino que X fue computado en las listas oficiales como víctima del temporal; no así el caso de S. que ha sido ocultado como víctima, y su familia ha optado por certificar la defunción con el médico de cabecera como si se tratara de un accidente doméstico y no una muerte traumática en la vía pública. A diferencia de X, S. no será llevado a la Morgue; sin embargo la misma empresa de pompas fúnebres se hará cargo de ambos sepelios.
*Julián Axat: Poeta. Abogado. Coordinador del Programa de Acceso Comunitario a la Justicia
**Eva Mazella: Artista plástica. http://evamanzella.blogspot.com.ar/