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Votar en negro

La izquierda peronista, que es lo opuesto al peronismo de izquierda, sigue latiendo. Nunca será clasista pero su corazón tiene razones que su propia razón no entiende. Es la potencia instituyente de la “negritud”. La diferencia entre Scioli y Macri es que el primero actualiza la disputa entre explotadores y explotados. Macri consagra una nueva hegemonía reaccionaria. Por eso propongo el “voto en negro”. De una rebelde negritud, quizá no tan temprano, seguramente un poco tarde, empezará a haber menos penas y menos olvidos

 

Por Alfredo Grande*

(para La Tecl@ Eñe)

“la diferencia entre poco y nada es mucho”.  (aforismo implicado)

 

La cultura represora propicia lo que hace más de 45 años Paul Waslasky denominó  “ilusión de alternativas”. O sea: libertad para elegir entre opciones fijas. El voto secreto y obligatorio se ha convertido en un fetiche. De secreto pasó a clandestino y de obligatorio a sacramento democrático. Ante la pregunta sobre la futura elección la respuesta habitual es “el voto es secreto”. Luego esa misma persona relata sus aventuras sexuales sin ningún tipo de pudor. La economía y la política sufren en estos tiempos el mandato represor que antes estaba destinado a la sexualidad. Dicho en otros términos: cada época reprime aquello que pueda ser peligroso. La sexualidad en los tiempos del sida ha sido capturada por la cultura represora y esterilizada al fusionarla con la publicidad y el consumismo. La pareja perversa con la esposa que quiere y compra, y que sospecho que lo mas parecido a un orgasmo que haya tenido es un broncoespasmo, y un marido que es el prototipo lamentable del varón domado y lobotomizado. De la profecía libertaria del amor libre al catecismo liberal del deme dos, deme tres, pero deme. Si  como decía el General, la víscera más sensible es el bolsillo, es obvio que se vota para mantener el despilfarro que es el envés de las necesidades básicas insatisfechas. NBI en el mundo de las siglas que la cultura represora idolatra. No es por otra cosa que hoy las pasiones se mueven al compás de la devaluación. Al contado, en cuotas, con paracaídas, sin red, gradual, de una en fondo, por etapas, permanente, por la razón o por la fuerza como reza el escudo chileno.

 

Hace 30 años y más, la opción era liberación o dependencia. La profecía de Deolindo Bittel se cumplió y hoy, entre desendeudamiento, pagos de la deuda externa y eterna, al decir de Darío Balvidares, fondos buitre, frentes caranchos, y bancarización total de la vida, incluso laboral, pensar en las formas de devaluar es prioritario en relación a las formas de liberar. El 2001 insepulto espera que la lucha sea una sola, con la cruel sospecha que las oscuras cacerolas tampoco volverán. El 2001 pasó de ser el ícono de la pueblada libertaria, a funcionar como el cuco con el cual el estado de bienestar disciplina a los rebeldes al orden republicano. El tiro del final de la década ganada y la post década en disputa es el balotaje. El tiro del final que para algún lado va a salir, incluso por la culata. Balotaje sorprendente por los términos equivalentes del intercambio en que se ha planteado. No son lo mismo, pero es muy complejo encontrar las diferencias. En el primero no sólo fracasaron las encuestadoras. Es probable que la info que recabaron estuviera contaminada por las tóxicas ansiedades persecutorias. Respuestas rigurosamente vigiladas no ameritan respuestas sinceras. Supongo que también influyó la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. El kirchnerismo ya estaba herido desde que abortó las Paso. Idealizar de golpe y porrazo intelectual al gobernador de la provincia de buenos aires, que fuera vituperado hasta el escarnio por las alas izquierdo progre, fue una operación contra cultura. Tan brutal y cruel es la operación que no pocos y pocas imaginan que el candidato de la triste figura es un daño colateral necesario para que la presidenta regrese en apenas 4 años para revalidar títulos y honores. “Cuanto peor le vaya a Scioli, mejor le irá a Cristina”.

 

Algo así como un trosko kirchnerismo acaba de ser parido. Con el bonus track de constituir a la primera minoría en la vanguardia esclarecida y decidida para combatir al monstruo fascista. O sea: perder la presidencial 4 años puede ser el pasaporte para una absolución. La impunidad política, cultural y económica tan deseada. Con el simple recurso de ser la única oposición creíble al poder fascista. La presidencia de Macri puede blanquear al kirchnerismo y volver a colocarlo en ese lugar tan deseado de que a su izquierda solo esté la pared. Un vellocino de oro que justifica otra república perdida. Quizá esta concepción no sea verdadera, lo peor es que podría serlo. Obviamente, nada de esto se puede responder en una encuesta telefónica. El kirchnerismo armó la trampa. Hay que desarmarla. Si hubo siempre una tensión no resuelta entre lo k bueno y lo k  malo, esa tensión debe resolverse en su matriz creadora. El frente para la victoria. Scioli es el nombre que habilita que la lucha de clases que el peronismo oculta pueda pasar a la superficie. Cuando estuvo en ese lugar, en la superficie y a la vanguardia de las luchas por una patria socialista, la traición que lideró el General Perón costó tres generaciones de luchadores. La resistencia a la dictadura, al felices pascuas, a la política entreguista de Menem, logró que el peronismo que había sido traicionado y masacrado, fuera una parte de la resistencia al neoliberalismo. Otra parte del peronismo, que ya había sido neutral o cómplice con las masacres después de la masacre de Ezeiza. La izquierda peronista, que no es lo mismo, incluso es lo opuesto al peronismo de izquierda, sigue latiendo. Nunca será clasista, nunca compartirá el internacionalismo proletario. Pero su corazón tiene razones que su propia razón no entiende. Es la potencia instituyente de la “negritud”. De la memoria histórica de todas las política de sometimiento. Los aluviones zoológicos siguen buscando su lugar en la historia. Scioli tendrá esa tensión insoportable. No la pudo resolver el general. No la resolverá Scioli. Pero mantendrá más cerca de la superficie la contradicción fundante. Si la patria es un fusil y una bandera, o si la patria son mis hermanos que están labrando la tierra. Solo Scioli posibilitará que esa batalla se de en los términos verdaderos. Macri en el gobierno amplificará el fascismo de consorcio con lo cual fortalecerá el retroprogresismo del Frente para la Victoria. Serían cuatro años de catch igual que en el debate que supimos conseguir.

 

La “negritud” es la única garantía en estos tiempos de falsedades y paradojas. Una verdad fundante podrá surgir: el policlasismo solo beneficia al Poder. No hay poder popular sin lucha de clases. La diferencia entre Scioli y Macri es que el primero actualiza la disputa entre explotadores y explotados. Macri consagra una nueva hegemonía reaccionaria. Por eso votar en blanco son dos per saltum suicidas. Una derecha fortalecida, y un Frente para la Victoria cómodo y feliz sobreactuando un rol de garante del poder popular. Por eso propongo el “voto en negro”. De una rebelde negritud, quizá no tan temprano, seguramente un poco tarde, pero empezará a haber menos penas y menos olvidos. Y hasta el “gordo” Soriano sonreirá un poco.

 

Buenos Aires, 15 de noviembre de 2015

 

* Médico Psiquiátra. Psicoanalista y Cooperativista. Miembro fundador de Ático Cooperativa de Salud Mental

“Sueños Posibles”. Am 690 y www.laretaguardia.com.ar. Lunes 21 hs.

 

 

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