Farandulización política en tiempos pre-electorales
Desmentida y narcisismo como fuentes de la irresponsabilidad moral
Consuelo Castañeda. "Quién le presta los brazos a la Venus de Milo".
En la vida, como en la política, se desarrollan acciones irresponsables que ponen en jaque nuestra constitución moral y social. Términos como “simulacro”, “espectáculo”, “vacío”, dan cuenta de este fenómeno de inimputabilidad en el que situamos a ciertos personajes que hacen daño pero que son vistos como agentes irresponsables de operaciones mediáticas dentro de una escena en la que lo real se disuelve como parte de un “reality show”.
Por Angelina Uzín Olleros*
Especial para La Tecl@ Eñe
Desmentida
"La celebración"[i] es un film que muestra el banquete en el que se celebra el aniversario del padre de familia, festejo que termina en una especie de terapia de grupo, donde salen a la luz los secretos más vergonzosos que han sido ocultados durante años; en la celebración uno de los hijos bajo los efectos del alcohol relata ante todos el abuso sexual y el incesto al que sometió el padre a sus hijos cuando eran niños y el suicidio de una hermana aparentemente por ese motivo.
En la película Thomas Vinterberg expone toda la hipocresía de la familia y sus miserias, haciendo con ello una crítica cargada de tragedia que retoma el legado de Shakespeare, de una clase social -la alta burguesía- e indirectamente de toda la sociedad, pues también intervienen empleados que se convierten en parte de la escena.
La frialdad de los personajes y su capacidad para mantener las formas, a pesar de los hechos tan graves y espeluznantes que viven, son la expresión de la actitud que se manifiesta en sus buenos modales, gesto con el que “niegan” y “desmienten” lo que el hijo relata cada vez con más dramatismo en ese festejo, sobre el abuso del padre y la indiferencia (¿desconocimiento?) de la madre ante lo sucedido.
Sigmund Freud estudió este fenómeno que denomina “desmentida” (Verleugnung) para describir el proceso por el cual un sujeto rehúsa reconocer una realidad de la que sin embargo tiene constancia. El sujeto (que en el presente artículo pensamos como sujeto social o colectivo, no como individuo), sabe acerca del asunto que lo traumatiza, pero lo niega. El film que comentamos al comienzo es un claro ejemplo de la “desmentida”, todos “saben” del abuso, la violación, el incesto pero continúan celebrando el cumpleaños del “padre de familia” haciendo “oídos sordos” a la denuncia del hijo abusado.
La historia que nos presenta “La celebración” no es solamente la metáfora de la hipocresía de una clase social alta, como pretende su director, también es una alegoría de los espectadores que ven día a día las imágenes de los casos de abuso, acoso y violación que aparecen recurrentemente en los medios.
Narcisismo
El narcisismo es un concepto que acuña Freud en clara alusión al mito de Narciso, aquel bello joven de quien el oráculo había dicho: El niño tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo, la madre evitó todos los espejos y demás objetos en los que pudiera verse reflejado pero ella no pudo advertir que la sed de Narciso lo llevaría hasta un río. De este modo, a punto de beber, vio su imagen reflejada y esto lo perturbó para siempre, quedó absolutamente cegado por su propia belleza y no pudo ver más que eso.
Permaneció sin mundo y sin los otros, encerrado en su propio ego; una versión cuenta que ahí mismo murió de inanición, ocupado eternamente en su contemplación. Otra dice que enamorado de sí mismo murió ahogado tras lanzarse a las aguas, Narciso se ahogó en el reflejo de su propia imagen. Históricamente los hombres crearon “mecanismos” (inconscientes) para frenar ese amor a sí mismo que imposibilita el amor al prójimo.
Freud denominó injurias narcisísticas a aquellas que lesionaron nuestro amor propio; han sido tres las injurias narcisísticas que son los principales agravios a la vanidad de los hombres. La primera injuria es cosmológica, el descubrimiento por el cual la tierra deja de ser concebida como el centro del sistema solar; Copérnico y después Galileo fueron quienes reemplazaron la mirada geocéntrica que postulaba que la tierra era el centro del universo, por la heliocéntrica: el centro sobre el cual se desplazan los planetas es el sol, de esta manera la tierra pasó a ser un planeta más entre otros.
La segunda de las heridas narcisísticas vino de la mano de Charles Darwin al demostrar que el hombre, al igual que los demás animales y el resto de la naturaleza, es el producto de la evolución. Sus demostraciones revelan que no habría una discontinuidad entre el reino animal y el humano, no somos los reyes de la creación. Al decir Darwin que existe un lazo incuestionable entre la conformación biológica del homo sapiens y la del reino animal, nos muestra que no somos hijos de Dios, somos parientes de los antropoides.
La tercera fue provocada por el mismo Freud, no apuntó a nuestra biología, ni a nuestra herencia genética; es una herida psicológica. El hombre no es dueño absoluto de sus pensamientos ni de sus comportamientos, la mayor parte de los fenómenos psíquicos pertenecen a una zona desconocida, es decir son inconscientes, el psicoanálisis conmociona el centro del yo. Esta herida pone en jaque nuestra constitución moral, de aquí resulta que el desafío es personal pero sobre todo social
Irresponsabilidad moral.
Constituirse como un sujeto moral es ante todo hacerse cargo de uno mismo, esto significa el reconocimiento de nuestras acciones al ser autores de las mismas. Salir del narcisismo es aceptar que no somos el centro del mundo, que somos un haz de relaciones, parte de un universo social y cultural; esta aceptación hace posible la moral como êthos (morada o conciencia) y como parte de un entramado de costumbres donde nos protegemos a nosotros mismos protegiendo las normas y costumbres que nos preservan de aquellos peligros provocados por la desobediencia a las leyes. Salvo aquellos que se consideran jurídicamente inimputables por diferentes razones, todos estamos y debemos estar sujetados a la ley, que es el tercero que habita entre unos y otros.
Con relación a esto, la desmentida es la expresión más tremenda de lo que ocurre en nuestros días. Indiferentes, acostumbrados al mal, asistimos al desfile de víctimas y victimarios en una escena propia del film “La celebración”. Algunos filósofos y sociólogos hablan de “simulacro”, “espectáculo”, “vacío”; para dar cuenta de este fenómeno de inimputabilidad en el que situamos a ciertos personajes que hacen daño pero son vistos como agentes irresponsables de operaciones mediáticas para estar en el centro de una escena en la que lo real se disuelve como parte de un “reality show”.
Una modelo/vedette sube a un avión, en complicidad con los pilotos filma su propia irresponsabilidad moral y legal al permanecer en la cabina. No se plantea las posibles consecuencias de su acción, tampoco se guía por principios. El debate que se suscita cuando las imágenes muestran la transgresión en la que este trío participa (es decir forma parte) también es manifestación de un artilugio que intenta desresponsabilizar a la modelo (porque no sabe lo que hace) y “celebra” que los pilotos hayan sido separados de la compañía área.
Al mismo tiempo, como “herramienta legal” el abogado de la modelo puede llegar a esgrimir el argumento de “acoso sexual” por parte de los pilotos. Todos saben que los tres son responsables, pero la finalidad de los análisis sobre el caso no apuntan a la responsabilidad moral/legal, sino a los efectos de la “farandulización de la política” en tiempos de elecciones. También se suma el oportunismo de los que no llegaron a ser víctimas pero quieren reclamar un resarcimiento económico, los pasajeros del vuelo que se incorporan a un aparente reality[ii].
Conclusión
La filósofa Hannah Arendt - en otro contexto histórico- plantea dos cuestiones que pueden universalizarse, esto es, aplicarse a situaciones diferentes pero que expresan parte de la condición humana más allá del tiempo y las circunstancias en las que fueron planteadas. Ella habla de la “banalización del mal” cuando se piensa a un funcionario nazi como un monstruo y sin embargo al presentarse al juicio que lo condenará como agente del genocidio, aparece como un hombre común, un buen “padre de familia” que argumenta haber cumplido órdenes para no perder su trabajo. El “padre de familia” dice Arendt es el criminal del siglo XX.
Desmentir los peligros, los abusos, las violaciones, de las cuales sin embargo tenemos constancia como sociedad, es tan grave como el narcisismo en el que nos sumergen estas escenas mediáticas donde sólo cabe el ego personal.
El mismo Freud nos advertía del peligro del narcisismo, y ante la pulsión de muerte él propone (opone) el eros como pulsión de vida, el amor es el naufragio del narcisismo, por eso afirma: “El que ama, se hace humilde. Aquellos que aman, por decirlo de alguna manera, renuncian a una parte de su narcisismo”. Renunciar al narcisismo exacerbado por la cultura del espectáculo, por la denominada “farandulización”, significa que no debemos permitir que renazca Narciso, atravesado por la pulsión de muerte.
Una versión del mito cuenta que el joven terminó sus días transformado en una planta con unas flores muy bellas, pero de olor nauseabundo. No sólo en Dinamarca hay algo que huele muy mal.
[i] Festen. 1998. Dinamarca. Director: Thomas Vinterberg.
[ii] Un Reality Show es un programa en el cual sus productores le dan a personas comunes la posibilidad de mostrar sus vergüenzas a millones de espectadores para satisfacer su ego, y tal vez cobrar algún dinero en compensación
Buenos Aires, 30 de Junio de 2015
*Dra en Ciencias Sociales . Máster en Filosofía. Docente en UADER y UNR. Escritora.