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Biografía no autorizada de Darío Lopérfido

Pat Garret y Billy the Kid

El humorista y arquitecto Conrado Geiger, integrante de programas de radio que marcaron una época, los años 80, como "El Arbol y el Bosque" y "Con Algunas Cosas Claras" - emitidos por Radio Belgrano, realiza un esbozo biográfico de Darío Lopérfido, de quien fue amigo y con quien compartió equipos radiales e historias de vida que se bifurcaron.

 

Por Conrado Geiger*

(para La Tecl@ Eñe)

Estaba en una reunión de amigos, y recordamosla sección “Mi personaje inolvidable” de la revista “Selecciones”. Cada uno tenía que contar algún personaje inolvidable que hubiera conocido en su vida.

 

Cuando me tocó el turno, no dudé. A pesar de haber compartido treinta años con artistas, músicos y actores hay un tipo que fue EL gran personaje: Darío Lopérfido.

 

Nos conocimos cuando yo tenía 25 y él 23 años. Por entonces él se llamaba “Loperfido”, sin tilde, usaba barba y no se teñía el pelo. Trabajamos juntos unos años, luego nos cruzamos varias veces por circular nosotros –de algún modo- por los mismos espacios, aunque siempre en roles claramente diferenciados.

 

Guardo un gran afecto por Darío. Compartimos momentos importantes: nuestros comienzos en la radio. Gracias a él conseguí alquilar el mejor departamento que podía haber conseguido como mi primer departamento, la “Torreta” sobre Plaza Vicente López, en Recoleta. Conocí a través suyo a mucha gente que aún aprecio y aveces veo. Juntarse con ellos lleva siempre al anecdotario de “Darío”. La mitad lo detesta. La otra mitad lo odia.

 

Mi necesidad de contar lo que conozco y entiendo de él, es sólo una compulsión llevada por el afecto que siento por él. Un tipazo.

 

Yo sé que él me recuerda bien. Sé que tiene una opinión tan formada sobre mí, como la que yo tengo de él. Sólo que no creo que él sienta afecto por mí. A Darío le extirparon la glándula del afecto cuando era chiquito.

 

No pretendo hacer una biografía rigurosa y cronológica. ¿A quién puede interesarle? Creo que aunque sólo hable de Darío no le interesaría ni a él, y eso es mucho decir. Mucho.

 

A Darío lo conocí principios de 1988. Yo había empezado en noviembre del 87 “Con Algunas Cosas Claras” programa que conducía Gustavo López, dónde Ricardo Copquin hablaba de economía, Amelia Troisi– quién me acercó a mi al proyecto- hacía la locución y yo hacía la columna de humor. El programa salía lossábados, de 9 a 10 por AM 950 Radio Belgrano.

 

A principios del 88 se sumó Enrique Vázquez, que volvíaa la radio con su programa “El Árbol y el Bosque” en marzo de ese año. Así fue que lo conocí a Vázquez y a su equipo: su hermosa locutora Alicia Cuniberti y sus cuatro productores: El “Negro” Héctor Sánchez, Omar Lavieri, Darío Lopérfido y Juan Manuel Romero. Pero el que enseguida se hizo amigo fue Darío. Era entrador, simpático, seductor y con un fino sentido del humor. Siempre lo acompañaba Juan Manuel, que en la radio se lo conocía como el “hermanito bobo de Darío”: también sonreía todo el tiempo, pero uno no nunca sabía si entendía lo que uno le estaba diciendo.

 

Darío tiene una gran cualidad: Te dice lo que querés escuchar. Es una especialista en caer bien, además de ser un gran interlocutor: está informado, tiene opiniones formadas, y su sentido del humor. Siempre manejó muy bien algo que yo entendía como ironía (aunque hoy pienso era cinismo). Así, en jugadas simultáneas, fue mostrándose copado conmigo, con López, con Giselle Stordeur, nuestra productora. Rápidamente Darío se fue acercando a nuestro programa.

 

Después del verano, se lanzó la versión 1988 de nuestro programa con dos cambios: Alicia Cunibertire emplazaba a Amelia Troisicomo locutora y se incorporaba Darío con una columna de cultura.

 

Cultura” - le decía yo en tono burlón – esa columna en cualquier otro programa se llama “espectáculos”, pero él dice “Cultura” porque es Darío Lopérfido…  (cuándo lo nombraron Subsecretario de Acción Cultural del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ocho años después, comprendí con cuanto tiempo planea sus movidas. Un capo).

Darío Lopérfido y Conrado Geiger (de saco y guitarra en mano)

El aumento de sueldo

 

De todo el equipo de “Con Algunas Cosas Claras” Darío y yo éramos los más jóvenes. Mientras López ya tenía 30, esposa y tres hijos, nosotros teníamos novia y salíamos de noche, con lo cual después del programa mientras los demás se iban a pasar el día en Club Ciudad, nosotros emprendíamos el regreso a nuestros respectivos hogares con idea de dormir. Caminábamos juntos una cuadras y charlábamos.

 

Año 88 era sobre fines del alfonsinato. Hiperinflación en puerta, ya una inflación razonable hacía que el magro sueldo que cobrábamos por hacer el programa se desvalorizara rápidamente (algo que los más jóvenes no conocen, pero muy pronto van a conocer).

 

Darío aprovechó esas caminatas para darme manija con que teníamos que pedir un aumento. Yo no vivía de la radio, para mi era un adicional sobre lo que ganaba – como podía- como arquitecto. Él necesitaba el aumento más que yo. Yo sabía que tenía razón, pero el insistía sobre el tema. Tanto que finalmente pedimos una reunión para hablar del tema del dinero. Nos citamos en un bar en Palermo. Vinieron Gustavo López, Giselle Stordeur y creo que Ricardo Copquin. Darío jamás apareció. Se ve que tuvo algún problema serio y no tuvo otra opción que faltar sin avisar. Tuve que plantear el tema yo. Quedé encabezando el reclamo con el potencial costo personal que esto hubiera podido tener.

 

Recuerdo que empecé a militar en Abuelas de Plaza de Mayo, ayudándolas a producir el evento de los 20 años. Era 1997. Necesitábamos ayuda del Gobierno de la Ciudad, conducido entonces por Fernando de la Rúa. Pedí una audiencia con el Secretario de Cultura, y así me vi, de repente, sentado frente a frente, escritorio de por medio, con Darío.

 

-Cómo son las cosas – le dije – vos ahí, representando al Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y yo acá, representando a las Abuelas de Plaza de Mayo. ¡Somos como Pat Garret y Billy The Kid!

 

Él sonrío.

 

- Lo que todavía no sé, es cuál es cuál…

 

Festejó mi ocurrencia y se dispuso a escucharme atentamente. El pobre Darío, no logró dar en la tecla. El hizo lo que pudo: me pidió que consiguiera tres presupuestos. Se ve que no entendió el apuro que teníamos y no se percató del tiempo que me hacía perderyendo de acá para allá llevando listados y planos de escenario y esperando los presupuestos. Para colmo, cuando iba a su oficina a llevarle lo que me pedía, estaba en reunión y me tenía esperando infructuosamente en la recepción o directamente me decían que no podía atenderme, que volviera otro día. Alguna vez lo vi a través de los visillos de las puertas de la oficina de sus secretarias. Me puso muy mal: al pobre le daba vergüenza decirme que no había podido avanzar con lo que yo le había pedido… Finalmente la ayuda las Abuelas la obtuvieron cuando conseguimos una reunión con el subsecretario de gobierno Jorge Enríquez, quien solucionó el problema en tres minutos con un solo llamado de teléfono–delante de mí- a Daniel Grinbank, y así procuróel escenario, las vallas y los equipos de luz y sonido necesarios para realizar el festival.

 

Las novias de Darío

 

Darío tiene una particularidad: es muy enamoradizo. Tuvo muchas novias. No quiero hablar de su vida personal o de las chicas con las que pudo salir, sino de sus parejas oficiales y cómo, azarosamente, éstas se relacionaron en forma directa con su ascenso político o social.

 

Siempre se enamoraba de chicas que reunían más o menos las mismas características: talentosas, bonitas e inteligentes, que le abriera las puertas a un nuevo espacio social-político-culturaly que tuviera vivienda propia. Tenía mucha suerte en el amor.

 

Novia 1: Los medios

 

Cuando yo lo conocí a Darío él estaba en pareja con Vita Escardó. Vita, hija de Eva Giberti y Florencio Escardó, por entonces había protagonizado la película “La Noche de los Lápices”. Darío cursaba en la flamante carrera de Comunicación[1]. Enrique Vázquez, su director eligió a sus productores entre los estudiantes de la carrera. A tres por sus calificaciones y a uno por ser yerno de Eva Giberti, amiga personal de Enrique.

 

Novia 2: La danza

 

Darío pasó de la radio a ser, por su militancia política en la UCR, el director del Centro Cultural Ricardo Rojas de la UBA en 1992. Ésta época la tengo menos clara, porque en esa época dejamos de vernos. Yo había dejado “con Algunas Cosas Claras” para hacer “Podría ser Peor” con Mario Pergolini. Pero fue por entonces que se puso en pareja (se fue a vivir a lo de) Mariana Bellotto, una talentosa coreógrafa y bailarina a la que conoció en la muestra “Erótica” que se hizo en Babilonia. A través suyo se vinculó con el mundo de la danza, presumo que a cierto mundillo de los festivales internacionales.

 

Novia 3: El teatro

 

Después de separarse de Mariana, ponele, se puso en pareja (se fue a vivir a lo de) la actriz Ingrid Pellicori. Por esa época comencé a cruzármelo acompañado de ella y personajes tipo Alfredo Alcón. Entró a la primera A del teatro.

 

Novia 4: El rock

 

Su siguiente novia fue la guitarrista de rock María Gabriela Epumer. A través de ella, entró en la Primera A del rock vernáculo: Daríosalió en la tapa de la Rolling Stone y accedió a Charly García. Hasta los Rolling Stones y Bob Dylan no paró.

 

Entre su separación de María Gabriela y la fuga en helicóptero (de la que Darío no participó, porque estaba en la casa de una mujer, mujer silenciosa y leal que siempre estuvo junto a él a lo largo de todas sus relaciones y que nunca presentó en público, pero que lo cuidaba como una madre). Darío tuvo algunas novias más, que fueron publicitadas: Gisela Marziotta, Marina Vollman. Él estaba en la cumbre y ya tenía casa propia. Tres cargos, junto al presidente de la Nación. (De La Rúa, pero presidente al fin). No tuvieron otro fin que mostrarse con mujeres bellas. Pero nunca se casó.

 

Novia “n”: La patricia

 

Fue en aquella época, antes de la caída estrepitosa del gobierno del que él formaba parte vital, que comprendí la suerte que tenía de enamorarse bien y que sus mujeres – azarosamente- siempre le resultaban atajos para llegar a espacios que ambicionaba. Y surgió mi teoría, que yo comentaba en todos los ámbito pertinentes, casi como una apuesta:

 

Darío va a terminar casándose con una patricia”.

 

Cuando lo vi a Darío en la tapa de la revista Caras (¿o Gente?) junto a su nueva novia Esmeralda Mitre en la playa, supe que había llegado. Y supe que, por fin, se casaría.

 

Por algún motivo que se me escapa, Darío no me invitó a su casamiento. Pero lo seguí mediáticamente a través de las fotos publicadas en las revistas del corazón, junto a toda esas bellísimas personas. Un capo Darío. Un verdadero Capo.

 

30.000 vs 8.000:

 

El 25 de febrero, en marco de unos recordatorios de José Luis Cabezas que se hicieron en Pinamar, Darío tropezó. Se ve que se equivocó y dijo en público lo que su suegro le había festejado tanto en una sobremesa. Un viejo juego numérico, que ya circulaba fines de los 80, que nunca le oí antes y se ve que lo empezó a utilizar al ver que era lo que su suegro quiere escuchar. Pensó que Pinamar era un ámbito adecuadamente reaccionario y no contó con que los medios reproducirían sus dichos. Desde todos los sectores de la cultura, nacional e internacional, le tuvimos que salir al cruce.

 

El 1º de marzo salió a defenderse en Facebook. (Allí me enteré, con sorpresa, que Chico Buarque y Joan Manuel Serrat son “comisarios k”) y dice en un párrafo:

 

Mi compromiso con los derechos humanos ha estado desde el inicio en el corazón de mi trayectoria como ciudadano y como político. Durante mi anterior gestión ministerial acerqué a las Abuelas de Plaza de Mayo al gobierno nacional y trabajé codo a codo con la lucha de personas a las que admiro y respeto por su coraje, como Estela de Carlotto. ”

 

Me conmovió: Es la primera vez que hace una referencia a tener corazón, aunque más no sea en referencia a su trayectoria. Tal vez sea sincera su disculpa, pero no es cierto que haya trabajado codo a codo con Estela. Ni codo a codo, ni hombro a hombro, ni nada. Nunca fue muy fisonomista. Seguramente la confunde a Estela con Lita de Lázari.

 

Pasaron muchos años desde que conocía a Darío. El tiempo le da perspectiva a los hechos:

 

Ahora ya sé quien es Pat Garret y quien Billy The Kid.

 

Buenos Aires, 6 de abril de 2016

 

*Humorista serio y arquitecto

 

 

 

[1] Un convenio entre la carrera y la Utpba, permitía a sus agremiados que estos cursaran aunque no hubieran finalizado el secundario. Darío aprovechó de este beneficio social para acceder a la casa de Altos Estudios. Creo que tampoco la terminó.

 

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