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El escenario, a dos meses de las PASO

Entre el festilindo, la ola naranja y celeste, y la espuma

A pocas semanas de que la Argentina viva una segunda experiencia de Primarias Abiertas a nivel nacional, es posible hacer un recorrido por el tablero y ver en qué lugar están parados los precandidatos presidenciales de las fuerzas que seguro ocuparán alguno de los primeros cuatro lugares.    

 

 

Por Demián Verduga*

(para La Tecl@ Eñe)

Faltan menos de dos meses para que se celebren las PASO nacionales. La breve historia de las internas abiertas ha demostrado que, además de definir los candidatos, tienen efectos similares a los de una primera vuelta. La sociedad mira la relación entre partidos, entre dirigentes de diferentes frentes, y modifica su voto. Un ejemplo de estos movimientos se encuentra en la elección de Eduardo Duhalde en 2011. Sacó 12 puntos en las Primarias y, luego, en la general, bajó a la mitad. El caudal que perdió se trasladó a Hermes Binner, que por una de esas cuestiones no tan fáciles de explicar había sorprendido con su resultado  en las internas, a pesar de haber salido tercero. La sorpresa lo transformó en el mejor posicionado de la oposición para la siguiente instancia.

 

A pocas semanas de que la Argentina viva una segunda experiencia de Primarias Abiertas a nivel nacional es posible hacer un recorrido por el tablero y ver en qué lugar están parados los precandidatos presidenciales de las fuerzas que seguro ocuparán alguno de los primeros cuatro lugares.    

 

En el Frente para la Victoria-se sabe-hay dos corredores, el gobernador bonaerense Daniel Scioli y el ministro Florencio Randazzo. En esta disputa Scioli arrancó con ventaja. No sólo por gobernar la provincia más importante del país, lo que también puede ser un gran boomerang, sino porque lanzó su precandidatura con una precocidad exagerada, en febrero de 2012, cuando faltaba todo el segundo mandato de Cristina. El exmotonauta tiene el respaldo mayoritario del peronismo con poder territorial. Los gobernadores, los intendentes, por convicción o por considerarlo la mejor locomotora para tirar del tren que les permita ganar, apoyan al mandatario bonaerense. Los caciques justicialistas, a pedido de la Rosada, han mantenido una posición mesurada en la interna del FpV. Sin embargo, cada vez cuidan menos los modales y respaldan a Scioli abiertamente. El mejor ejemplo fueron los gestos de Juan Manuel Urtubey luego de consolidar su triunfo en Salta.

 

La situación de Randazzo es más compleja. El “flaco” puso las fichas en el plan de renovación ferroviaria que gestiona y no hay duda de que creció en sus niveles de apoyo, particularmente en el conurbano bonaerense, donde se siente el cambio de los trenes. La presidenta-para que negar esto-lo ayudó a crecer, tomando la prudente distancia como para que nadie pueda afirmar que se trata de “su candidato”. Sólo el tiempo dirá si Cristina le dio una mano a Florencio porque lo consideraba mejor que Scioli o si fue para mantener al exmotonauta a raya, aceptando la jefatura de la presidenta hasta el final, con la amenaza de poner todos los huevos en otra canasta si no era así.

El “flaco” no ha logrado el respaldo explícito de ninguna rama del peronismo, ni siquiera de la juventud, que hoy encabeza La Cámpora, menos aún de la vertiente sindical. Sólo los intelectuales de Carta Abierta le brindaron su apoyo para la interna. Con todos estos datos en la mano, pareciera casi inevitable que el gobernador se imponga en el FpV, aunque siempre puede haber sorpresas.    

 

En la coalición UCR-PRO-Coalición Cívica las distancias en los niveles de adhesión que recibe Mauricio Macri respecto de sus rivales internos, Ernesto Sanz y Elisa Carrió, es tan desproporcionada que la competencia no tiene atractivo.

 

Macri vive por estas horas un momento agridulce. Tiene sus ojos posados en dos distritos claves que pueden marcar su destino: Capital Federal y Santa Fe. En la CABA, el bastión amarillo, el jefe porteño jugó al caudillo. Eligió a dedo a su posible sucesor. Su intervención en la primaria de su partido fue decisiva para que Horacio Rodríguez Larreta derrotara a Gabriela Michetti. El líder del PRO impuso a su hombre poniendo en riesgo el resultado de la general, ya que Michetti  tenía casi “garantizada” la victoria. Más allá de lo que se pueda opinar sobre sus ideas y sus acciones, la senadora ha demostrado su capacidad para conseguir empatía en el electorado, todo lo contrario de Rodríguez Larreta. El PRO logró un triunfo amplio en las PASO de la Ciudad, con la suma de los votos de sus dos precandidatos. Ahora, el nerviosismo no cesa en los operadores políticos del macrismo ante la posibilidad de tener que disputar un ballotage por la Ciudad con Horacio a la cabeza.  No están seguros-y lo reconocen en reserva-de poder ganar en esa instancia. Perder el bastión sería un golpe casi mortal a la carrera presidencial de Macri.  

 

Sergio Massa tiene el privilegio de haber sido el político de quien más se habló en los últimos meses, dato que no siempre es bueno, ya que en este caso se debe a la estrepitosa caída que sufrió luego de haber sido la “gran estrella” de las elecciones de 2013. Uno de los asesores de Massa, el peruano Sergio Bindex, en una reunión privada, cuando todavía no se había producido la “catástrofe”, le había dicho que tuviera cuidado con el “efecto espuma”. Así denomina Bindex a un proceso por el cual un candidato comienza a perder respaldo justamente porque pierde apoyo, una especia de reacción en cadena en la que los sectores van alejándose porque otros hacen lo mismo. Quizás el diagnóstico del peruano no fuera errado. Pero la pregunta sin contestar es por qué.

 

Se ha hablado mucho de los errores de Massa. La verdadera explicación hay que buscarla no ahora sino hace dos años. El dirigente hizo una apuesta fuerte (y delicada para el país si hubiera tenido éxito). Macri, por ejemplo, jugó a crecer en el sector claramente no peronista de la sociedad, en ese 46% que en 2011 no votó por la presidenta. Massa, en cambio, apeló a fracturar el peronismo, la base de sustentación del gobierno. Uno de sus grandes errores, cometido por buena parte de la oposición mediática y política, fue creer que el ciclo K había ingresado en el crepúsculo en 2013, que la sociedad sólo buscaría alternativas por fuera, que había que diferenciarse para poder competir en 2015. No hay forma de corregir un error como ese. Ningún asesor de marketing lo puede remediar.    

 

José Manuel De la Sota competirá con el tigrense dentro del frente UNA. El Gallego ha intentado ser candidato a presidente en varias ocasiones. Siempre terminó bajándose porque nunca logró hacer pie fuera de Córdoba. No es que ahora le vaya mejor. Las encuestas siguen sin acompañarlo. Pero el reloj biológico-su edad-le indican que es esta vez o nunca, así que el Gallego decidió “darse el gusto”.

 

En el caso de Margarita Stolbizer, agarró la posta que le legó  Hermes Binner, intentar representar una franja, que sólo existe en las clases medias de algunas grandes ciudades, entre ellas Capital. Es el sector que se define progresista y que al mismo tiempo es antiperonista. Stolbizer aspira también a sumar votantes radicales descontentos por el acuerdo de UCR-PRO. Como suele sucederle en cada elección, las encuestas no acompañan a Margarita y probablemente termine logrando bastante más apoyo del que hoy le brindan los sondeos de opinión.

 

*Periodista

 

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