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Una elección crucial

Aquella frase histórica tantas veces dicha y escuchada de que “sepa el pueblo votar”, adquiere en esta coyuntura un significado de vital importancia. Porque construir el bienestar lleva mucho tiempo, como levantar un inmenso edificio, pero puede destruirse en un instante

 

 

Por Edgardo Form*

(para La Tecl@ Eñe)

Comienzo esta nota con una aclaración indispensable. Si llega a los lectores antes de la segunda vuelta electoral, puede contribuir a la reflexión de los votantes y tal vez contribuya a sumar voluntades en función de uno de los candidatos.  En caso contrario, si la lectura es posterior al domingo 22 de noviembre, tal vez ayude a ubicarse en el nuevo escenario político de nuestro país, según el resultado que arrojen las urnas.

 

Dicho esto y entrando en materia, convengamos que en las elecciones cruciales e inéditas del balotaje, la ciudadanía resolverá a través de su voto si continuaremos avanzando por el camino del desarrollo económico con inclusión social, la consagración de nuevos derechos, la inserción en el mundo con un proyecto soberano, por y para el conjunto de los habitantes de nuestro país, o volveremos al Estado que gerencia los intereses del privilegio, apuesta al endeudamiento y la subordinación a los grandes grupos económicos locales e internacionales, defiende las políticas de ajuste y promueve el achicamiento del aparato productivo.

 

Tras el debate entre los dos candidatos a la presidencia de la República y luego de escuchar el discurso edulcorado y machacón de Mauricio Macri, los cantos de sirena del líder del PRO no nos pueden hacer olvidar sus ocho años de gobierno en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en cuyo transcurso no resolvió el déficit habitacional que afecta a más de medio millón de personas; recortó los presupuestos de salud y educación; no resolvió el gravísimo problema de la basura; aumentó los impuestos y no cumplió con la promesa de extender diez kilómetros por año el servicio de subterráneos. Su particular concepción de “seguridad” se expresó en las represiones del Indoamericano y del Hospital José Tiburcio Borda. Recordemos, en este punto, que los dos primeros jefes de la Policía Metropolitana – el “Fino” Palacios y Chamorro – están procesados por delitos.

 

La retórica macrista sobe el diálogo y el respeto por las instituciones no sólo es desmentida por su política represiva (recordemos la acción de la UCEP, que desalojaba a garrotazos a personas indigentes de sus lugares precarios de vivienda, para citar un ejemplo), sino por el récord histórico de vetos – más de 110 leyes – sancionadas por la Legislatura Porteña, incluyendo normas votadas por sus propios legisladores.

 

En estos ocho años el Gobierno de la Ciudad más que triplicó en dólares la deuda externa y acumula más de 200 denuncias penales por irregularidades, entre las que podemos mencionar el caso de Fernando Niembro, de gran notoriedad pública en los últimos tiempos.

 

Antes de emitir el voto en esta segunda vuelta rodeada de un profundo dramatismo por todo lo que está en juego, es indispensable hacer memoria y recordar la gigantesca crisis que se desató a fines de 2001, luego de más de una década de sobredosis neoliberal, como acertadamente sostuvo el recordado líder de la Revolución Bolivariana, comandante Hugo Chaves Frías.

 

Mauricio, que es Macri, como explicaba Néstor Kirchner con acierto, junto con su equipo , no dicen que van a multiplicar la pobreza y proclaman, sin sonrojarse, que avanzarán hacia la pobreza cero, pero basta con escuchar a sus asesores económicos para saber cuál es su verdadero pensamiento: “Habrá que pedirle préstamos al FMI (Prat Gay dixit - 2008)”; “Hay que privatizar el Banco Nación” (Sturzeneger – 2000); “Los fondos buitre son tipos de buena voluntad” o “Hay tres millones y medio de jubilados que cobran sus haberes y no han pagado nada” (Melconian); “Los salarios con un costo más” o “Hay que cumplir el fallo judicial de Griesa” (Macri).

 

Además de las palabras, están los hechos y la postura de los diputados del PRO-Cambiemos que votaron en forma negativa, entre otras leyes de enorme importancia para el país, tales como la recuperación de YPF y Aerolíneas Argentinas, la movilidad jubilatoria, la declaración de gravedad del fallo del juez Griesa, la anulación de las AFJP y el regreso al sistema solidario de previsión social.

 

Como contrapartida, hay que recordar que en estos últimos doce años, desde el gobierno de Néstor Kirchner y luego de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, se crearon más de cinco millones de puestos de trabajo, se incrementó el presupuesto educativo a más del seis por ciento del PBI, se ampliaron los beneficios previsionales a más del 97 por ciento de los adultos mayores; se avanzó en el campo de la ciencia y la tecnología, a tal punto que la Argentina puso en el espacio a dos satélites de telecomunicaciones y ya está construyendo el tercero.

 

En el plano internacional, nuestro país ha tenido un papel protagónico en la creación y el fortalecimiento de los nuevos bloques regionales como la UNASUR y la CELAC. Y más recientemente la política exterior del gobierno de Cristina ha logrado que la Asamblea General de la ONU aprobara la propuesta de fijar nueve principios para la renegociación de las deudas soberanas. Una iniciativa aprobada por 135 países integrantes de las Naciones Unidas.

 

La mochila de plomo de la deuda externa que hipotecaba el presente y futuro de varias generaciones dejó de ser un factor condicionante de la política económica, producto de la decisión inteligente y firme del Gobierno Nacional. Así, aquella práctica sufrida durante muchos años según la cual los ministros de economía recurrían al FMI para recibir las recetas e instrucciones de lo que se debería hacer – privatizaciones y ajustes perpetuos, como los que padece actualmente el pueblo griego, entre otros – terminó a partir de la sabia política de desendeudamiento instrumentada en esta larga década ganada.

 

En el campo de la economía solidaria, el movimiento cooperativo y mutual tuvieron un sostenido apoyo desde el Estado nacional, con medidas que contribuyeron a la multiplicación de las empresas asociativas y el avance de la inclusión social de sectores largamente postergados por el modelo de concentración de la riqueza de los años precedentes.

 

Indudablemente queda mucho por hacer y no caben dudas de que es necesario aplicar correctivos, para mejorar la gestión pública y avanzar en todo aquello que forma parte del inventario de asignaturas pendiente. Pero todo eso sólo será posible en la medida que se garantice la continuidad de un enfoque orientado hacia el desarrollo y la consolidación del mercado interno, mejorar sistemáticamente el ingreso de los asalariados y el fomento de las pequeñas y medianas empresas del campo y la ciudad.

 

Un eventual triunfo de la derecha conservadora, que a diferencia de otros momentos históricos no recurre a los tanques sino que cuenta con medios de comunicación hegemónicos y sectores afines del Poder Judicial, significaría una gravísima restauración de aquellas políticas que hicieron estragos en la calidad de vida de millones de compatriotas.

 

Insistimos: hay que hacer memoria y pensar, antes de elegir al candidato, cómo estábamos doce años atrás y como estamos en el presente. Y tener en claro, sobre todo por parte de las capas medias, que el haber logrado un notable mejoramiento de la situación personal, sin perjuicio de los méritos personales para incrementar los ingresos y ampliar el patrimonio, hubo en este tiempo un contexto favorable para que eso fuera posible. En otras palabras y tomando conceptos de la Presidenta, no fue magia ni viento de cola. Menos aún en un contexto internacional adverso cuya persistencia tiende a extenderse y generalizarse.

 

Aunque suene reiterativo, el domingo 22 de noviembre se confrontarán dos modelos: el de una Argentina para todas y todos, o el de un país donde vuelva a reinar el privilegio de los grandes grupos económicos y la subordinación al capital concentrado.

 

Aquella frase histórica tantas veces dicha y escuchada de que “sepa el pueblo votar”, adquiere en esta coyuntura un significado de vital importancia. Porque construir el bienestar lleva mucho tiempo, como levantar un inmenso edificio, pero puede destruirse en un instante. Tal es el escenario planteado en la segunda vuelta para la que hemos sido convocados.

 

Buenos Aires, 16 de noviembre de 2015

 

*Dirigente cooperativista. Diputado de la Legislatura Porteña por el Partido Solidario.

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