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Entrevista a Martín Rodríguez.

Política y periodismo: ¿Batalla cultural versus gestión?

La Tecl@ Eñe entrevistó al periodista y poeta Martín Rodríguez. El eje central por el que se desplaza la entrevista es el periodismo y la política. Los modos de ejercer la profesión, la responsabilidad ética y los grados de objetividad como también la literatura vinculada al oficio. La política y sus lazos con el mundo de la televisión y el espectáculo. No podía faltar una breve alusión a 678, una experiencia que instauró un modo más crítico de leer diarios o mirar televisión, en defensa de un gobierno y contra el grupo de medios más poderoso del país como tampoco la caracterización de un clima cultural que expone a la política en todas sus dimensiones.

 

Por Conrado Yasenza*

(para La Tecl@ Eñe)

-Conrado Yasenza: ¿Cómo ve Usted el panorama actual de los medios, digamos esa exaltación de la opinión que va en detrimento de algún grado de objetividad?

 

-Martín Rodríguez: El kirchnerismo tiene algo que ver con el tipo de televisión política que hoy domina y que está todo el tiempo pasada por las subjetividades de sus actores y protagonistas. Se puso tan en primer plano “el rol político de los medios” que exacerbó la tendencia que ya venía de los años 90 hasta este círculo que en el tren de “criticar” los medios también sobrevalora su influencia. El resultado coloca, contra los “valores morales” de Lanata o Nelson Castro, a un Víctor Hugo Morales. “Héroes individuales” versus “héroes individuales” en un juego por la verdad. Son un poco caras de la misma moneda, en cuanto al corrimiento que producen sobre la política y los políticos. Porque la pregunta sería: ¿cómo quedan los políticos en estas escenas? ¿Por qué es más importante un periodista que un diputado o ministro? Sabemos que toda televisión y periodismo que basa su éxito exclusivo en el descubrimiento de la miseria de la política es enemigo de la sociedad civil a la que invoca defender. A veces todo el periodismo, no sólo la ensalada de Lanata, funciona así. Incluso el periodismo oficial. Sacar a la luz a Magnetto para iluminar el lado oscuro de la luna fue buenísimo, ya que en este país las corporaciones existen y ahora se sabe más que existen. Como en los Estados Unidos de Norte América. De hecho el éxito en Argentina de la serie House of cards es tributario también de este clima cultural, de esta misma batalla: exponer la política en todas sus dimensiones. No se trata sólo de politizar la góndola del supermercado contra la inflación, sino también de abrir la luz de Palacio. Y de todos los Palacios. Y no sólo la mística politiza, sino también esa fascinación shakesperiana por lo que ocurre en la miga. Aunque eso contenga cierta fascinación excesiva por la realpolitik. Kirchner inició la batalla con Clarín no el día que en un estadio dijo “¿qué te pasa, Clarín?”, sino antes, el día que con buenos modales y en el salón blanco, siendo presidente, nombró al “señor Héctor Magnetto” como un “hombre de la democracia”. Fue la foto de Yabrán en buenos términos. ¿Quién nombraba a Magnetto en 2007? La politización tiene fenómenos de participación, de representación y de espectáculo.

 

-CY: ¿Si ese grado de objetividad es posible, cómo lo entiende Usted?

 

-MR: Esa idea de “objetividad”, incluso así enunciada, me parece vieja. Es como discutir el valor técnico de un economista que habla desde el “saber objetivo”. Ya sabemos que la ideología está en todas partes, incluso, o sobre todo, en lo que no sabemos que pensamos. Y no está mal en poner ese anti virus en la pantalla de cada argentino para que no lo olvide. Ahora lo que hay es una especie de televisión y periodismo con las costuras al aire, con negociaciones en vivo, con panelistas que reciben mensajes de texto, que tuitean, con las formas del periodismo deportivo, con operaciones a cielo abierto y más que con una falta de objetividad con un exceso de subjetividad. ¿Contribuye a mejorar la conversación, la discusión política? En tal caso esta tele panelista la veo como un efecto de esta politización pero en términos rigurosos de televisión. Es decir: si América (el canal del minuto a minuto por excelencia) politiza su pantalla es porque la “política vende”. Hay politización, pero la política se subordina a las reglas del espectáculo del modo indeclinable en el que siempre sale perdiendo. En los años 90 Neustadt y Grondona le abrieron el límite e incorporaron el fútbol y el espectáculo como agregados a sus programas “serios”. El caso de moda de ahora, Intratables, es un programa de espectáculos que entiende que la política puede ser un espectáculo. Ni más, ni menos.

 

-CY: ¿Qué le ha aportado y que le ha restado al ejercicio del periodismo la irrupción de 678? -

 

-MR: Extendió un modo más crítico de leer diarios o mirar televisión, en defensa de un gobierno y contra el grupo de medios más poderoso del país. Y lo que resta no se lo resta al periodismo sino a la política: los funcionarios y políticos que creen que es ahí donde tienen que ir a comentar la cobertura de los medios. El “batalla cultural versus gestión” que instala funcionarios mudos pero atentísimos a las tapas de diarios.

 

-CY: El periodismo, se ha dicho, es batalla ideológica a la que en tiempos del kirchnerismo se la definió como batalla cultural. Esa amplia definición, que se puede comprobar históricamente a lo largo de por lo menos el siglo XX ¿valida prácticas que se dicen periodísticas pero que en realidad no son elementos propios del oficio, o por lo menos, no los definidos en manuales y estudios, sino prácticas que tienen que ver más con intereses empresariales muy visibles, o con fuertes disputas ideológicas, que con el ejercicio del periodismo?

 

-MR: Pero esta pregunta encierra el problema: porque sostiene el ideal que ellos mismos se supone que sostienen y traicionan. No conozco un periodista que no calle. Que no haga política con su silencio. Que no defienda intereses. Lo digo más fácil: no tengo ideales periodísticos. Sólo diría que deseo un periodismo que haga a una política mejor. Más justa, más distributiva, más ética incluso. Un periodismo que bajo ninguna de las formas (independientes o militantes) suponga un rol “trascendente”.

 

 

-CY: ¿Cree Usted que redacciones pobladas de escritores influye en un periodismo de mejor calidad no sólo informativa, sino también descriptiva y narrativa? ¿Es sólo investigación, dato duro, fuentes, editorialización?

 

-MR: Escribir bien debería ser una condición deseada del periodismo gráfico. Ser Truman Capote depende del don. Las escuelas y talleres sirven para que la gente se descubra. El talento en alguna medida es “natural”, es materia prima.

 

-CY: ¿Cree Usted que la figura del periodista está sobrevaluada socialmente?

 

-MR: Absolutamente.

 

-CY: ¿Cómo observa la implementación de la Ley de Medios?

 

-MR: Tenía algo gatopardista en limitar a Clarín. Es lo mejor que tuvo. Lo que sigue es el resultado flotante de la batalla cultural (donde toda su cuota comunitaria está en lento e incierto proceso) y los resultados concretos, por ejemplo: la pantalla de C5N de Cristóbal López, es lo peor que sale en la pantalla de canales de noticias. C5N sostiene en lo político una rigidez obediente (con alguna excepción), pero se entrega a un periodismo restante monstruoso. Con la cara recién importada del chico Zeta. -CY: ¿Qué opina Usted acerca de la idea de una suerte de "plantel rotativo" que se traslada por dentro de los diferentes medios que responden al oficialismo? -MR: Entiendo que contribuye a la caricaturización que el anti kirchnerismo hace: te pagan por lo que pensás. Lo cierto es que el kirchnerismo no produjo ningún medio exitoso.

 

-CY: ¿Qué opina Usted acerca de la idea de una suerte de "plantel rotativo" que se traslada por dentro de los diferentes medios que responden al oficialismo?

 

-MR: Entiendo que contribuye a la caricaturización que el anti kirchnerismo hace: te pagan por lo que pensás. Lo cierto es que el kirchnerismo no produjo ningún medio exitoso.

 

-CY: ¿Qué es el kirchnerismo para Usted? ¿Cuál es su rasgo distintivo o su sujeto político?

 

-MR: El sujeto político es el Estado, el peronismo institucional y la cúpula progresista. Ese trípode articulado parece terminar cuando concluya la gestión de Cristina. Enorme sabiduría de Néstor y Cristina para armonizar esa cultura de minoría política con los beneficios económicos para las mayorías y el esqueleto institucional peronista.

 

-CY: Recordando a Nicolás Casullo y su idea de "un clima social de derecha", ¿cómo observa el panorama electoral hacia 2015 que por diversas encuestas realizadas hasta la fecha, posicionan como candidatos con fuerte intención de voto a Scioli, Massa y Macri?

 

-MR: Me obsesiona cómo se silencia esto: no hay alternativa exitosa de izquierda popular. No hay kirchneristas con votos. El kirchnerismo con Néstor y Cristina solucionó de arriba hacia abajo la crisis de representación. Pero el kirchnerismo como fenómeno es más un fenómeno de participación: sus miembros, cuadros, militantes, operan dentro del microclima. El progresismo dotó al Estado de un relato, de una línea histórica y política, pero con un dislocamiento: incapaz de producir políticos. Ese mestizaje de minoría y mayoría es un arte exclusivo de Cristina y Néstor. Unidos y Organizados representa lo que reúne en un estadio. Es el histórico problema de la militancia, del activo, pero ahora expuesto por la visibilidad de la dimensión: es una asamblea en la cima, y no en la base. Scioli o Massa o los ensayos tipo Insaurralde trazaron carreras políticas con elecciones, y seguramente modulando cada signo peronista de los tiempos: fueron menemistas, duhaldistas, kirchneristas. Hablan de sus vidas privadas, del brazo que perdieron, del cáncer del que se recuperaron, de la empresa que forjaron los abuelos, la mamá docente, y así producen una identificación sub-ideológica que da lugar a todo. Si a esta “generación intermedia” le toca la administración post kirchnerista, cabe preguntarse si en ellos hay una visión de Estado y de Nación. Si comprenden que el lugar de lo político luego de esta década no es el mismo que el que tenía la política una década atrás. Es decir: si comprenden que no se puede llegar al poder para devolverlo. A Massa lo veo autónomo, como un Néstor de derecha, que pone agenda. A Scioli, en el esfuerzo por encontrar una economía perfecta de ruptura y continuidad. Gobernar te obliga a la ideología, es al revés que el cálculo centrista. Pero también, todo indica que Cristina, en el agotamiento del modelo, se encamina a una transición racional. Con Macri ya me inclino por pensar que es un “político ideal” construido en el debate de ideas de estos años: un liberal para el contraste con el populismo. Un representante lineal del “otro modelo”. Por eso es menos incómodo para Cristina y el kirchnerismo. Porque no aparece en el peronismo y permite una retirada ordenada ideológicamente. Le damos el poder “al otro”. Esa especulación a la Asís (“Cristina quiere darle el poder a un Piñera”) se choca con la popularidad de otros peronistas y con la pregunta: ¿todos los hombres y mujeres de Estado del FPV quieren ser dentro de dos años “kirchneristas en la resistencia” o “peronistas en el poder”?

 

Por Conrado Yasenza para La Tecl@ Eñe

 

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