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Ni una menos de nosotras, vivas nos queremos

Hubo quien dijo que se trató del “17 de octubre de las mujeres”: no lo sé, ojalá, aunque para octubre y 17 nos harían falta una Evita y una generala. Me gusta pensar a partir de eso, del chiste, del deseo tal vez para quien lo dijo, la magnitud de lo acontecido en la plaza del Congreso el 3 de junio. Se congregó una multitud. La policía, que no gusta de las multitudes aunque de vez en cuando goce de sus goces sádicos con ellas, calculó 150.000; podemos, entonces, suponer 200.000 o 250.000. De cualquier modo, fue una marcha masiva, con todas esas personas en el Congreso y tantísimas más en 130 plazas de todo el país. Masiva y heterogénea, tanto que se sentía en cada detalle: lo único que nos pudo juntar a todos los que fuimos fue ese mínimo consenso, basta de violencia machista, Ni una menos de nosotras, vivas nos queremos.

 

A partir de ahí, las diferencias. Pero elegimos apoyarnos en ese punto de consenso para seguir adelante. Podría decirse así: la consigna se hizo masiva, cobró vida propia y nos volvió convertida en variopinto muchedumbre y ahora elegimos apoyarnos en Ni una menos, el repudio de tantos a la violencia femicida, para deconstruir la cultura que cree y crea subalterna a la mujer.

Ni una menos para exigir a las instituciones del Estado y de todos y cada uno de los ejecutivos del país, más y mejores recursos para evitar muertes y maltratos y violencias. Y para remediarlos cuando suceden —maltratos y violencias, que con la muerte no hay nada que hacer más que justicia—. Ni una menos para debatir en el interior de los medios, hacia adentro del periodismo, cómo lograr coberturas que no sean morbosas, sensacionalistas y machistas.

 

Ni una menos para las nenas crezcan fuertes y libres, capaces de decir no cuando sientan no. Ni una menos para que los nenes crezcan fuertes y libres, capaces de escuchar no cuando se les dice no y capaces también de decir no.

 

Ni una menos para que la libertad sea de todos, para que la paridad de poder sea una realidad. Y, claro, eso también es femicidio: Ni una menos para que el aborto sea legal y gratuito, que la clandestinidad mata mujeres y las elige, en general, pobres y vulnerables.

 

*Escritora y periodista.

La magnitud de lo acontecido en la plaza del Congreso el 3 de junio, que congregó una multitud en todo el país, demostró poder de convocatoria y heterogeneidad, tanto que se sentía en cada detalle: el lazo que unió a quienes concurrieron a las movilizaciones fue ese mínimo consenso: Basta de violencia machista, Ni una menos de nosotras, vivas nos queremos.  

 

Por Gabriela Cabezón Cámara*

(para La Tecl@ Eñe)

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