¿Qué consecuencias puede tener el modelo macrista para el desempleo argentino?
El inicio del cambio: Desempleo y endeudamiento
La idea de estas líneas es mostrar cómo en la Argentina se está implementando, con el nuevo gobierno de Cambiemos, una lógica económica que tiene como consecuencias iniciales el aumento del desempleo, la precarización del trabajo y menores salarios reales que la lógica 2003-2015
Por Hernán P. Herrera*
(para La Tecl@ Eñe)
"En verdad, bajo un régimen de pleno empleo permanente, “el despido” dejaría de desempeñar su papel como medida disciplinaria. La posición social del jefe se minaría, y la seguridad en sí misma y la conciencia de clase de la clase trabajadora aumentaría. Las huelgas por aumentos de salarios y mejores condiciones de trabajo crearían tensión política. Es cierto que las ganancias serían mayores bajo un régimen de pleno empleo que su promedio bajo el laissez-faire, e incluso el aumento de salarios resultante del mayor poder de negociación de los trabajadores tenderá menos a reducir las ganancias que a aumentar los precios, de modo que sólo perjudicará los intereses de los rentistas. Pero los dirigentes empresariales aprecian más la “disciplina en las fábricas” y la “estabilidad política” que los beneficios. Su instinto de clase les dice que el pleno empleo duradero es poco conveniente desde su punto de vista y que el desempleo forma parte integral del sistema capitalista ‘normal’”. En Aspectos Políticos del Pleno Empleo, (1943), de Michal Kalecki
"Me parece que cada sindicato sabrá dónde le aprieta el zapato y hasta qué punto puede arriesgar salario a cambio de empleo". A. Prat-Gay, Ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, 4/1/2016.
La idea de estas líneas es mostrar una lógica macroeconómica que en este momento está cambiando en la Argentina. Esta lógica tiene como consecuencia un aumento del desempleo, precarización del trabajo y menores salarios reales que la lógica 2003-2015. Para apoyar los comentarios al respecto, se mostrará la evolución de Grecia, que sin dudas tiene otro contexto, otra dinámica, otro entramado productivo, otro tamaño, pero los cambios que atravesó desde 2008 tienen puntos en común con los cambios que se inician en la Argentina.
Los sectores concentrados de la economía, grandes empresas locales y multinacionales, exigen hace años una reducción de los costos en dólares. Grandes productores rurales y el sector financiero (sobre todo el privado extranjero) buscan hace años una mejora en su rentabilidad. Estas demandas apuntan a una devaluación, a una quita de impuestos y a una liberalización cambiaria. De esa forma se consigue bajar salarios en dólares, aumentar ganancias, y la libertad para remitir divisas al exterior. El nuevo gobierno de Macri, parece tomar estas demandas empresarias y llevarlas a la práctica.
Con el tiempo se supone que estas medidas tenderán a una fuerte concentración del ingreso, especialmente si se tiene en cuenta el contraste con la etapa anterior. Hasta octubre de 2015 hubo un doble efecto: el empresariado esperando el cambio de gobierno, y el Estado andando a toda máquina. La suma de ambos fenómenos resultó en una equidad distributiva sin igual desde 1974.
La primera movida se relaciona con una devaluación y una baja de varios impuestos, acompañadas con un aumento de la tasa de interés. Todo esto no puede más que enfriar primero y concentrar después, la economía golpeando en primer lugar en los trabajadores de comercios informales vinculados al mercado interno (y por tanto más fácil de expulsar del trabajo), y en segundo lugar a empresas vinculadas con el consumo masivo y a todos los trabajadores con ingresos en pesos y sin capacidad de ahorro que verán reducido su acceso a cantidades de consumo. En tercer lugar, es posible que también se vean afectados los sectores con derechos cuyos ingresos dependen del Estado. Este combo de menor demanda agregada va a afectar a las empresas más pequeñas y al empleo.
Hay ejemplos a mano. Brasil devaluó de manera gradual su moneda, un 50% durante 2015, con ajuste de gasto público. El último dato señala que el desempleo alcanzó un 9% de la PEA, un 2,4% más que los 6,6% registrados a fines de 2014, según los datos divulgados por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
Volviendo a la Argentina, donde la devaluación fue sin gradualismos, se está creando una crisis donde no la había. Se trata de un plan de ajuste procíclico: el déficit fiscal agravado por las bajas de impuestos se va a cubrir con endeudamiento en dólares y con quita de subsidios a las tarifas de servicios (cosa que de alguna forma también reduce el salario real); esta deuda va a presionar al alza las tasas de interés reales, así va a haber menos gente con ahorros y esa gente tendrá incentivos a su vez para gastar menos, generando un ajuste por aquí y por allá, que provocará una menor recaudación que generará un círculo vicioso, que a la larga se estabilizará en un equilibrio de mayor desempleo, peor distribución del ingreso y menor gasto fiscal real.
La historia argentina es clara al respecto: al inicio de la convertibilidad, que resultó en un modelo de valorización financiera con exceso de deuda pública externa, el desempleo era mucho menor que al final, incluso en el mejor momento, el año 1998, el desempleo fue de más de 12,5%, lo cual representa un número altísimo con su derrame en una alta pobreza, indigencia, bajos salarios, bajas jubilaciones, etc.
Gráfico 1: historia reciente del desempleo en la Argentina.
No será inmediato en términos macro. Se verán algunos despidos en el sector público, lo cual cuenta con el apoyo de una gran parte de la sociedad. Por otro lado, los despidos en el sector privado no serán tan visibles porque eso es una evidencia injustificable del ajuste. El discurso único aquí opera un lugar central. Sin embargo, todas estas cosas jugarán un rol determinante en las negociaciones paritarias de este año, tanto por la conflictividad sindical que eso genere como por la inevitable baja del salario real en el corto plazo. El aumento del desempleo emerge, provocado por el Estado, en esta etapa, como el principal disciplinador de la baja de salario real.
Un reciente informe de la CTA da cuenta a principios de enero de 2016 de 20.000 nuevos desempleados del sector público nacional y subnacional en todo el país, y de 10.000 nuevos expulsados en el sector privado (Siderca, Cresta Azul, Metalsa, Cerámica San Lorenzo, Grupo Octubre, Tecpetrol, Empresas de Fruta, Metrovías, Austral Construcciones, Empresas Constructoras, Scania, Sol Líneas Aéreas, autopartistas, empresas textiles, entre otras muchas y sin contar los despidos hormiga de otras tantas). [I]
La Argentina, cuya actividad más competitiva está dada en el sector rural, con bajo valor agregado y poco empleo, requiere para combatir el desempleo de redistribución del ingreso y crecimiento (que genere el apoyo social para la distribución) hacia actividades con mayor incorporación de trabajo en sus productos (cuanto mejores son los términos del intercambio más sencilla es esta dinámica). Es por esto que los mejores momentos en términos de empleo y bajo desempleo coinciden con un mercado interno que se ve fortalecido, sin importar tanto el déficit público y el externo en la foto. Aunque estos dos últimos indicadores emergen como centrales para entender la sustentabilidad de toda la película. No debe soslayarse que la sustentabilidad en estos temas no es sólo de equilibrios económicos, sino también de dominio político sobre los intereses en pugna.
Gráfico 2: variables de actividad, desempleo y sector externo de la Argentina
Un Estado que protege los sectores menos competitivos pero intensivos en trabajo es fundamental entonces para entender este funcionamiento. Así, hallamos ejemplos notables como es el sector textil, editorial, automotriz, electrónico, y otros sectores que sin el Estado no funcionarían con dinamismo. En este contexto las PyMEs crecen con mayor fuerza durante épocas en que el Estado interviene en la economía.
En 2003 había 410.000 empresas (que registraban algún empleo) y en 2014 ese número subió a 600.000. Sin dudas, desde 2011 (con el inicio de la restricción externa, variable que a su vez explica el contexto) la economía no tuvo un crecimiento acorde con las expectativas de los empresarios y productores, pero en ese período no se lastimó ni el nivel de empleo ni el poder adquisitivo del salario.
Entre 2007 y septiembre de 2015 la inflación privada más alta suma 750%. Los salarios registrados, por su parte, indican un aumento promedio de 940% (con un desempleo que bajó entre puntas). Esto da una pauta de la mejora distributiva, que, sumada a un mayor gasto público, a un aumento de la cantidad de jubilados y de beneficiarios de la AUH, consolidó un fuerte mercado interno, que permitió generar a su vez más trabajo, en una suerte de círculo virtuoso.
Para tener otro indicador, de la mejora de empleo durante los años 2003 a 2013, cabe destacar la cantidad de empleo registrado por empresa de cada sector. Por ejemplo: a) sector agricultura, ganadería y caza, 1998: 4,4 empleos registrados por productor, 2003: 4,5, 2013: 5,3; b) industria manufacturera, 1998: 18,9, 2003: 17,9, 2013: 21,8; c) construcción, 1998: 18,3, 2003: 12,5, 2013: 16,7; d) comercio, 1998: 6,4, 2003: 6,3, 2013: 6,7. En total de todos los sectores resulta en, 1998: 9,5, 2003: 9,1 y 2013: 10,5 empleos registrados por empresa (sobre el universo de empresas que registran empleo).[II]
El caso de Grecia es ejemplificador de cómo un proceso de endeudamiento creciente, con condiciones sobre la necesidad de una relación entre el superávit primario y la cuenta corriente que compense las necesidades de pago de esa deuda, repercute en un menor mercado interno y un mayor desempleo. Esto queda claro si se ve el caso griego desde 2008. Con caída de la actividad, aumento del endeudamiento público y explosión del desempleo. El caso argentino es más confuso al respecto porque sus problemas con la deuda empiezan en la dictadura, no en 1991.
Gráfico 3: variables de actividad, desempleo y sector externo de Grecia.
La lógica de apertura al mercado, con tipo de cambio apreciado, distribución inequitativa del ingreso, y disciplinamiento de los sindicatos con su impacto en el valor del trabajo (baja del salario real), sistema aplicado por la dictadura, perjudicó fuertemente la industria nacional. Cabe recordar que los gobiernos de facto de 1976 a 1983 llegaron al colmo de hacer un spot mostrando las bonanzas de los bienes importados. Lo que podría ser considerado publicidad contra el país, pero que sigue gozando de cierta legitimidad en los sectores fortalecidos tras las elecciones que consagraron a Macri.
Abrir el mercado y endeudarse, hacer saltar el tipo de cambio para generar una baja en el valor real del salario real (y en dólares), y entrar en un bullicio que se termina ordenando con deuda y tipo de cambio apreciado, en un valor que sólo el campo, de grandes latifundios, es competitivo para la exportación. En esta lógica las industrias cierran. El empleo se achica. El salario tiene un valor menor. El mercado interno cae, y la inseguridad recrudece. El Estado tiene menos recursos y se ve obligado a ajustar. Esta lógica ya la vimos, y parece que la volvemos a ver.
Prat-Gay liberó el cepo, devaluó, depreció el peso, no contuvo los aumentos de precios con alguna política, quitó retenciones, bajó impuestos, apunta a reducir el déficit y el gasto público en general, elogia el ejemplo de un Estado que expulsa mano de obra y destruye puestos de trabajo, da una idea de metas de inflación con herramientas de política monetaria, que suelen ser contractivas de la economía, pone los reclamos gremiales del otro lado del Estado y genera un re-endeudamiento tóxico para la Argentina (cambiando deuda interna pública intra Estado por deuda externa pública que suele tener condicionamientos).
El combo es procíclico: se construye un ajuste que va a llevar a más ajuste, con una alta concentración del ingreso. Con un PBI de alrededor de $5 billones, una recaudación que supera el 30% del PBI, y un déficit fiscal que la anterior gestión señaló en 2,8%, un desempleo de menos de 6%, una deuda externa total de aproximadamente 40% del PBI (que se reduce a 10% si se cuenta sólo la deuda en dólares con privados), el país es perfectamente manejable. Pero el gobierno de Macri, conducido en estos temas por Prat-Gay, Sturzenegger, Frigerio, Triaca y Melconian, tiene otra idea de a dónde llevar el país, y en ese camino propone una lógica de expulsión social que puede ser muy dolorosa.
Esto es sólo el principio, donde parece que se va a cambiar bajo desempleo por alto endeudamiento nuevamente. A fines del gobierno de CFK el desempleo se encontraba en 6%, y el endeudamiento público total en alrededor del 45% del PBI. Habrá que esperar los números para afinar las ideas y los detalles del ajuste, pero la historia nunca es muda, los hechos históricos no verifican que la lógica del modelo económico del macrismo pueda dar buenos resultados en términos sociales.
[I] Informe del Observatorio del Derecho Social, de la CTA, http://www.obderechosocial.org.ar/docs/salarios_vs_puestos.pdf
[II] Fuente: Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, MTEySS en base a SIPA.
Buenos Aires, 18 de enero de 2015
*Politólogo