Escenario post electoral
La posición del Estado frente a 2016
La lógica económica de Cambiemos propone modificar los resortes de intervención del Estado. La coherencia es admisible: con menos controles, el capital transnacional sería más libre de invertir y retirar sus ganancias. El Frente para La Victoria propone repensar esos controles pero no entregar la conducción del Estado a la lógica del capital transnacional más extremo. Como dice el refrán popular, parecido no es lo mismo.
Por Hernán P. Herrera*
(para La Tecl@ Eñe)
Centinela - Nicolás Menzo
La Argentina creció entre 1993 y 1998 un 23% entre puntas, sin embargo la pobreza aumentó de 17% a 26% (todo según datos oficiales).
La Argentina no es Noruega, justamente porque no tenemos un consenso distributivo. Es decir, ante cada ciclo de crecimiento nos enfrentamos entre sectores internos, o externos con participación interna, por ver cómo se reparte la cosa, una gran limitante para pensar políticas de Estado. ¿Qué quiere decir esto? Que la Argentina a pesar de estar en 2015 todavía no definió su perfil productivo inalterable: cuando se va hacia un lado (bienes transables, bienes no transables, o sectores populares, con más o menos redistribución del ingreso, etc.), hay sectores que hacen fuerza para que políticamente esto sea modificado.
Entre 2003 y 2014 la pobreza bajó sin parar gracias a la intervención del Estado, redistribuyendo recursos, seguro que menos de lo que dice el Indec, pero si bajó sin parar (al revés que entre 1993 y 1998) lo que cabe pensar es en defender este Estado, mejorarlo, no cambiarlo. Lo mismo ocurre con el desempleo: desde 2002 hasta 2013 (por lo menos) el desempleo descendió, desde aquel 22% hasta más o menos 7%. Quizá un poco menos si se quiere desconfiar de las estadísticas oficiales, pero bajó.
Es interesante mirar un poco la historia y ver cómo funciona. Si se prioriza un esquema de acumulación basado en sectores rentísticos y de bajo valor agregado, se genera expulsión de mano de obra. Una vez acomodada la realidad a un esquema nuevo de precios relativos, basado en un esquema como el mencionado, el mismo desempleo y la concentración del ingreso hace que, mediando un chorro neto de divisas mediante deuda que compense la cuenta corriente deficitaria o flaca, las necesidades de importaciones bajen por un mercado interno más chico, y de ese modo se generen nuevos ganadores y perdedores.
Este panorama resulta en un nuevo marco, en un escenario que permite una nueva toma de posición. En esta hipótesis, se puede sostener el tipo de cambio alto o se puede generar una apreciación del peso, y esto último influye en un esquema cada vez menos orientado a la exportación de productos elaborados, que tienen una competitividad distinta a las commodities (la exportación industrial requiere un tipo de cambio real más alto).
En definitiva, suponer que alejar el Estado de la intervención va a generar per se un esquema de mejoras de exportaciones industriales no es cierto, no se verifica en la realidad. El Estado, el gobierno a cargo de la organización del Estado, deberá tomar una decisión, o favorece un tipo de cambio real más alto (con menor mercado interno) orientado a exportaciones más competitivas con un nivel de salarios en dólares más bajo (estilo Brasil) que tampoco asegura mejoras en las exportaciones en un mundo donde el comercio no crece significativamente, o permite que el tipo de cambio se aprecie, cosa que con apertura comercial, es una fuerte herramienta de concentración económica que sólo favorece el comercio de productos de bajo valor agregado, los servicios no transables (mayormente en manos de multinacionales o por ahora del Estado) y la posibilidad de un nuevo ciclo de valorización financiera.
Estructuralmente, lo primero que emerge desde Cambiemos es modificar los resortes de intervención del Estado. La lógica es admisible, con menos controles, el capital transnacional sería más libre de invertir y retirar sus ganancias, y por tanto debería venir con más fuerza, porque se puede ir con más fuerza. Y los argentinos podrían acceder sin discusiones burocráticas a importación de bienes tanto para consumo como para inversión.
En este sentido el FpV, propone repensar esos controles, aflojarlos, pero no entregar la conducción del mismo a la lógica del capital transnacional más extremo. Se supone que en el FpV hay un proyecto con mayor planificación desde el Estado que en Cambiemos, que parece dejar en manos del mercado esa "planificación". (Mercado, quiere decir que mandan los agentes más poderosos de la economía privada, no nos olvidemos.)
Con más precisión, los grupos en discusión no son nuevos en la Argentina. Estamos hablando de acreedores externos, que entraron o no al canje de 2005 y 2010, del FMI, que perdió control sobre la política interna, de los grandes exportadores de granos (vinculados a la SRA), de grandes empresas exportadoras más preocupadas por la remisión de utilidades que de sus ventas al mercado interno (asociadas a AEA), de medios de comunicación concentrados, de PyMEs, de cooperativas, de trabajadores, sindicatos y sectores populares, de jubilados, estudiantes y enfermos crónicos de altos o bajos recursos, del sector financiero extranjero o nacional (con distinta posición acerca del rol del BCRA), de la patria contratista y de los bien conocidos grupos económicos locales. La lista no es exhaustiva, ni unívoca (hay conjunciones entre sectores) pero dentro de esa lista, distintas agendas tienen distinta dimensión.
Entonces, aquí hay algo interesante. La agenda de Cambiemos implica retirar al Estado, y eso tiene bastante claridad. Retirar, es cambiar, no tiene misterio, aunque no se diga. Temas como restricción externa, libertad económica, competitividad, tipo de cambio, inflación, presión de sindicatos, déficit público, tarifas de servicios, infraestructura, eficiencia productiva, serán abordados con un eje rector: concentrar la economía, bajar el nivel de actividad y por tanto aflojar todas las tensiones.
¿Por ejemplo? La inflación tiene como causa madre la distribución del ingreso, a mayor equidad, mayor respuesta en contra, lo cual, tampoco es excusa para no contenerla. Esto se hace construyendo pactos sociales. Toda medida de concentración más allá de su inflación inicial, destruye la inflación inercial, y eso es lo que pide una parte de la sociedad, especialmente la más acomodada. La otra parte, lógicamente, también pide menos inflación, pero no a ese costo. Explicar esto no ha resultado de cara a las elecciones.
El resto de la agenda es bastante clara: mejorar la rotabilidad de capitales, de ingreso y salida, para lo cual la economía argentina irá en una dirección, bajar la proporción de importaciones sobre el resultado general del balance de pagos para liberar divisas. Esto puede implicar una mejora en la cuenta corriente que será acompañada con un mayor ingreso por el lado de la cuenta capital y financiera. ¿En criollo? Menos mercado interno, acorde con variables en control del mercado, y más endeudamiento. Si no alcanzan los dólares para que la inversión en seguridad social implique más de U$S65.000 millones por año (proyección según presupuesto 2016), esa inversión bajará en dólares, por ejemplo.
Lo curioso del caso es que Scioli propone una agenda de graduaciones, que no va en otra dirección, sino que va en la misma pero graduando todas las cuestiones y posiblemente, protegiendo otras, en materia económica. Es decir, el mercado interno se va a achicar, pero no tanto, concentración va a haber pero no tanta. La honestidad intelectual del FpV en campaña no parece haberle jugado a favor. "Los dos van a hacer lo mismo" se suele escuchar. Esto complicó las elecciones para el FpV. Sin embargo, en materia simbólica hay una fortaleza que persiste para el FpV: hablar de matrimonio igualitario o de DDHH sigue dando resultados a favor de la continuidad.
La novedad es que el Estado actual no tiene ninguna crisis, y sin embargo se espera un cambio de impronta política gane quien gane. El Estado deberá tomar posición sobre todos los temas mencionados más arriba. No es algo que vaya a ocurrir sólo. Eso, y el camino para alcanzar sus objetivos, es un poco lo que estamos votando en el balotaje en materia económica. Esto es lo que se va a empezar a ver desde el 11 de diciembre de 2015.
Buenos Aires, 13 de noviembre de 2015
*Politólogo