Hacia las elecciones de 2015
Quiebre o continuidad: Presente y futuro.
El objetivo de acá a las elecciones, pero pensando en luego de ellas, es generar una realidad que fundamente la continuidad y baje el peso de las posibilidades de cambio, no sólo en lo discursivo, sobre todo en lo estructural. Para la oposición la campaña parece haberse adelantado mucho y todo su universo gira alrededor del kirchnerismo.
Por Hernán P. Herrera*
(para La Tecl@ Eñe)
El porvernir es tan irrevocable, como el rígido ayer (Jorge Luis Borges)
La campaña parece haberse adelantado mucho para la oposición, eso lleva a varios de sus candidatos a arrebatarse. Es curioso que en los últimos días hayan planteado que iban a derogar políticas del kirchnerismo, y luego hayan salido a sostener que iban a mantener políticas del kirchnerismo. ¿Conclusión? Para la oposición todo gira alrededor del kirchnerismo.
Sin embargo, los verdaderos problemas del kirchnerismo no son sólo electorales. La responsabilidad de conducir un país genera una agenda de planificación, urgencias y necesidades que deben ser atendidas. Y no de cualquier manera, sino en base a algún plan, a alguna lógica de construcción, a un proyecto político.Esto parece que tiene ocupado al gobierno, más que la campaña.
Las acciones del gobierno estos días tienen perfecta vinculación con el futuro. La mejor forma de condicionar los próximos cuatro años de gobierno, a favor de los sectores populares, es llegando con el barco a flote a diciembre de 2015. Ya sea que haya continuidad del kirchnerismo o no. Pero sobre todo si no la hay. Si la economía llega entera, con no mucho desempleo más que ahora, ¿8 puntitos, 9 puntitos? Pero sin llegar a los 2 dígitos; si el consumo no se resiente tanto, si no hay más devaluaciones, si el Estado aumenta dos veces por año las jubilaciones y la AUH, dentro del marco de la inflación del supermercado, significaría que se llega con el barco entero. Y si llega entero no lo van poder hundir. O les va a costar mucho más. Porque si llega entero no van a querer pagar los costos políticos de hundirlo (destruyendo todo lo anterior). Porque el pueblo tiene memoria colectiva, vaya sino, y nadie va a querer quedar en esa memoria como un destructor social. Si llega mejor que como está ahora, mucho más a favor del actual proyecto.
Por el contrario a esto, los sectores de la sociedad con poder económico interesados en un orden de acumulación diferente, los referentes del fin de ciclo, interesados en un Estado máximo pero ya no para intervenir y redistribuir sino para aceitar la mano invisible del mercado, que no es otra que la misma mano de esos sectores que ganan a costa de los demás, harán todo lo posible para que el barco llegue lo suficientemente dañado (con un mayor dolor social al actual) como para construir los argumentos sociales, colectivos, ideológicos y materiales que legitimen un cambio de barco (de modelo). Un barco que se parezca más a un avión, más rápido pero donde entra menos gente. Por supuesto que no se va a tocar la democracia en este contexto, porque no suma desde la legitimidad popular. Estos sectores intentarán, buscarán provocar, que el dolor "sea causado" por el actual gobierno desde lo económico. Y la economía depende de las decisiones políticas. No hay forma de saber si esta búsqueda de destrucción social es consciente por parte de los sectores concentrados, pero sí se puede señalar que el resultado buscado, consciente o no, es ése.
Entre 1975 y 2003 los sectores concentrados, los grupos económicos locales, los conglomerados extranjeros, los grandes exportadores, el capital centralizado a través del sector financiero, tuvo amplio dominio para operar, actuar y que las cosas se parezcan lo más posible a sus intereses. Desde 2003, sin pérdidas materiales, pero sí políticas, este estilo de gobierno ha cambiado. El gobierno puso al Estado a intervenir con una lógica distinta a la acaecida entre 1976 y 2003, generando costos y beneficios para sus distintos sectores (todo modelo tiene costos y beneficios, aunque las críticas busquen normalmente hacer hincapié en los problemas y no en las ventajas).
En este orden de cosas, las decisiones que se tomen de aquí en adelante serán determinantes. No se trata tanto de buscar quiebres y continuidades en las manifestaciones de los políticos de la oposición, sino en construir una realidad a prueba de quiebres. Así las cosas, el objetivo de acá a las elecciones, pero pensando en luego de ellas, es generar una realidad que fundamente la continuidad y baje el peso de las posibilidades de cambio, no sólo en lo discursivo, sobre todo en lo estructural.
Resulta fundamental, no sólo mostrar la sustentabilidad del modelo, haciendo lo que haya que hacer para que así sea (sin ataduras dogmáticas); además el oficialismo tiene el desafío de instalar la agenda futura, que no puede ser sólo sostener lo logrado. Porque el electorado siempre quiere mayores esperanzas, y eso debe provocarse. Un plan industrial superador, una reforma del sistema de salud, una reforma tributaria, un pacto fiscal para armonizar las pujas entre el campo y la industria, un pacto distributivo (para canalizar la puja distributiva) e inversor (mejora de servicios públicos en general) desde el Estado que permita sostener el orden social y lograr objetivos de inclusión con mayor sustentabilidad, entre otras muchas cosas.
La corriente política que logre instalar qué es lo mejor para el futuro, será la que ganará en 2015 para hacerlo en el presente. El gobierno tiene el desafío de mostrar que el mejor futuro puede darse desde la transformación política y a partir de las mejoras de estos 12 años como piso.
*Politólogo