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Por qué un segundo tomo

 

 

Luego de doce años de un tránsito político que buscó convertir al país en una comunidad con mayor equidad y con mayores oportunidades para todos, 2016 será el momento de comenzar a escribir un nuevo capítulo. El mismo no se plantea en términos tan simples como dirimir cuál será la figura presidencial, que rol político tendrá Cristina Kirchner desde entonces y cuál será la relación entre ambos. Es necesario, en cambio, entender cuáles son los grandes aciertos del período 2003/15, cuáles son las correcciones necesarias, porque los resultados no fueron los esperados y finalmente, cuáles son las asignaturas pendientes de tratamiento

 

 

Por Enrique M. Martínez*

(para La Tecl@ Eñe)

Obra de la artista Mariana López

La historia es una novela a la que se agrega periódicamente un capítulo más. Éste es fruto de una trama que no queda rígidamente predeterminada por el encadenamiento de los hechos previos,  y que sin embargo, es el resultado de mezclar lo hecho por los protagonistas de los capítulos anteriores, con las decisiones de los propios protagonistas presentes. Es un continuo sin final, ni anunciado ni enteramente previsible. 

 

Después de doce años de un tránsito político que buscó convertir al país no sólo en un escenario mínimamente vivible, sino en una comunidad con mayor equidad y con mayores oportunidades para todos, 2016 será el momento de comenzar a escribir un nuevo capítulo. El mismo no se plantea en términos tan simples como dirimir cuál será la figura presidencial, que rol político tendrá Cristina Kirchner desde entonces y cuál será la relación entre ambos. Es necesario, en cambio, entender cuáles son los grandes aciertos del período 2003/15, a los que se debe consolidar; cuáles son las correcciones necesarias, porque los resultados no fueron los esperados y finalmente, cuáles son las asignaturas pendientes de tratamiento.

 

Este análisis no se puede hacer de manera horizontal, como lo haría quien controlara el funcionamiento de cada sección de un hipermercado. La gestión es importante, pero en la vida política, la conceptualización ocupa un lugar previo y de mayor jerarquía. No podríamos elogiar una buena gestión de una sociedad autoritaria, que amplíe las brechas de desigualdad o ni siquiera de una sociedad indiferente ante la pobreza o las necesidades de los más débiles. Es necesario, entonces, evaluar primero los fines de un gobierno y recién luego discutir que se consiguió y qué está pendiente. El gobierno que comenzó en 2003 buscó ante todo poner en funcionamiento la economía de un país terriblemente traumatizado y sumó a ello hacerlo en un marco que mejorara la situación de los más humildes.

 

No cabe duda – ninguna duda – que lo logró. También es claro que a partir de un momento que debemos ubicar entre 2009 y 2011, el proyecto perdió aire en su meta principal: la mejora de calidad de vida sin exclusiones y la equidad distributiva. La idea central, sin embargo, se mantuvo constante: generar transferencias de ingresos directas e indirectas a favor de los que menos tienen para mejorar su condición y con ello hacer crecer la economía.

 

El punto es que ninguna solución es lineal y ningún escenario económico es estático.

A medida que el mercado interno se recuperó, ganaron los consumidores, pero también las empresas productoras, partícipes de una estructura que en 2003 era muy concentrada y extranjerizada y a la cual no se modificó. En consecuencia:

 

  • La extranjerización llevó a aumentar más que proporcionalmente el giro de utilidades al exterior, lo cual redujo el superávit de balanza de pagos y también redujo los montos disponibles para inversión.

  • Esa misma extranjerización deja afuera a los segmentos más productivos de una cadena de valor, incluyendo la investigación y desarrollo. Por ende, los trabajos mejor remunerados se ejecutan en otros países y la productividad media de la economía, junto con los salarios reales, tienen un techo inferior al mundo central. Además, el crecimiento también aumenta más que proporcionalmente las importaciones, porque por decisión de las multinacionales quedan fuera del país eslabones que podrían ser desarrollados aquí.

  • La concentración, a su vez, otorga poder especial a las empresas líderes de cada sector para adelantarse a los aumentos salariales a través de los precios. A partir de contar con una alta capacidad ocupada, las paritarias dejan de ser fuente de aumento del salario real, pasando a ser una forma de recuperación del mismo, peleando contra la inflación generada por los formadores de precios previamente. Se genera una espiral perversa, que usando instrumentos tradicionales solo se puede cortar reduciendo la capacidad de consumo; esto es: frenando los salarios. Para acceder a una solución más justa, hay que pasar a una administración conjunta de precios y salarios, donde las empresas negocien ambos componentes en las paritarias.

  • La inflación y la reducción del stock de divisas crean a su vez inseguridad ciudadana, incentivada por la especulación financiera, que gana a río revuelto. Así, esas dos variables se deterioran de modo sistemático.

  • Reconocer esas características de la economía argentina, que compartimos con todos los países de Latinoamérica y que en Argentina históricamente se han agigantado porque la defensa del salario real ha sido más tenaz por parte de las organizaciones sindicales – y en este momento por el Gobierno - , resulta condición necesaria para escribir el segundo tomo, el que comienza en 2016.

 

Una vez asumida nuestra debilidad estructural, debemos actuar sobre ella.

 

Una manera que se ha intentado en el pasado y en algunos momentos de nuestro gobierno, sumamente frágil y de fracaso sistemático, ha sido buscar negociar con las propias corporaciones la reducción de sus niveles de importación o la reinversión de sus utilidades. Cualquier alivio por esa vía es temporario y en el mejor de los casos de mediano plazo.

 

El único y difícil camino a construir es el de buscar nuestra auténtica soberanía productiva. Eso significa algo mucho más potente y permanente que equilibrar nuestras cuentas externas o ponernos de acuerdo con una tasa de inflación. Es alcanzar la posibilidad de decidir dando prioridad excluyente a los intereses de la sociedad argentina.

 

Esto quiere decir: actores productivos, financieros y comerciales argentinos, detrás de beneficios compartidos con equidad con el conjunto de la comunidad.

 

Bajar esa definición valiosa aunque genérica a la práctica cotidiana exige eludir escenarios tentadores pero falsos. No se trata de reemplazar corporaciones trasnacionales por campeones nacionales privados. Tampoco por su antípoda: burocracias públicas de baja mística e imposible control auténtico. Hay que avanzar, con tenacidad y paciencia en la construcción de actores donde se consiga hacer participar a grandes franjas de la comunidad, ya sea en su propiedad como en su control.

 

El Estado como accionista importante, contando como socios a los ciudadanos en forma individual, o agrupados en las más diversas formas societarias posibles. Las actuales cooperativas agrarias, de producción industrial, de servicios públicos, muchas de las miles de pyme existentes articuladas con programas públicas de ejecución transparente. Todos esos actores son los que deben configurar la economía que crezca en paralelo al actual sistema mal estructurado y dependiente. Para cubrir el flanco energético capitalizando YPF sin necesidad de concesiones gravosas que nos restan soberanía. Para descentralizar la producción de alimentos y con ella atender las demandas locales, construyendo a la vez campeones aplicados netamente a la exportación. Para mejorar las posibilidades de la industria que hoy depende de proveedores monopólicos de acero, aluminio o materias primas petroquímicas. Para tener diseños argentinos de automóviles, motos o productos electrónicos para que luego quien los produce en el país pueda negociar con autonomía en el país. Más y más.

 

El segundo tomo productivo es soberanía, ante todo. Para eliminar la restricción al crecimiento con equidad, que representan la concentración y la extranjerización, que hoy nos tienen afligidos por la inflación y la restricción externa.

 

 

*Coordinador del Instituto para la Producción Popular y ex presidente del INTI

emm@propuestasviables.com.ar

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