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Fieles dactilógrafos para un coloquio de viejas ideas

 

 

Una porción significativa de grandes empresarios se reunió en octubre en Mar del Plata para dar muestra de disciplina monolítica y reclamar lo de siempre: que el país sea puesto al servicio de su acumulación. La idea, anterior aún a la conformación del país, tuvo la también acostumbrada difusión por medios que, sacando unos toques cosméticos, casi nada pueden hacer para esconder su actividad de mera vocería, con poco para diferenciarse de los más tradicionales órganos partidarios.

 

Por Hugo Muleiro*

(para La Tecl@ Eñe)

 En pocas secciones y segmentos como los de economía los medios de difusión tradicionales se muestran como lo que son, instrumentos de las clases sociales dominantes que los poseen y utilizan, segundo a segundo y centímetro a centímetro, para asegurar sus intereses y mejorar sus ganancias y privilegios.

 

No se trata de mero oportunismo, de una toma de posición transitoria ni de la postura pusilánime, el temor o la cobardía del director o jefe de redacción, de editores y cronistas que inevitablemente sonríen amables y complacidos y al mismo tiempo tiemblan ante la presencia de los principales anunciantes, los que ponen billetes en sus bolsillos y así marcan el rumbo de tan digna y heroica profesión. Se trata de su ADN, de su lugar en el mundo, de la ubicación elegida y desde la que se decide cuáles noticias se difunden y cuáles no, de qué forma y con qué lenguaje las que se publican, y las opiniones, escasamente plurales, a las que se les concede un espacio.

 

Rara vez hay una fisura o un cambio de matiz en la “cobertura” de la economía, a diferencia de otras secciones, las no “duras”. Es un clásico de las capas diversas de la burguesía que maneja estos medios abrirse con indulgencia a cierto progresismo o a impulsos rupturistas o exóticos en las artes y el espectáculo: eso queda bien, da un toque de modernidad, otorga prestigio en salas elegantes de museos, teatros y fundaciones, y no falta el escritorio en el que puedan anotarse ciertas utilidades.

  

El denominado “coloquio” del Instituto para el Desarrollo Empresarial Argentino (IDEA) realizado a fin de octubre en Mar del Plata dio a los medios convencionales innumerables oportunidades para confirmar su toma de posición. Los muy generosos espacios concedidos, sin el menor atisbo de indagación profunda o crítica, fueron la primera confesión de parte, incluyendo títulos y despliegues en portadas de diarios que, como es natural, minimizan completamente asuntos como el lanzamiento de un satélite artificial o el respaldo internacional abrumador a la propuesta argentina de adoptar una convención mundial contra los fondos buitre.

  

Las crónicas o reportes fueron, eso sí, bastante accesibles: casi lineales y simples gacetillas de los discursos que, con unos pocos matices, recitaron los participantes, coludidos para combatir la política económica del gobierno y para reclamar lo de siempre: aniquilar a una parte de la población por la vía de menor distribución de la riqueza y más concentración, con los mecanismos necesarios para que los saldos exportables vayan al único lugar al que, dicen desde siempre, deben ir, las propias cuentas bancarias.

  

Es decir que ideas no faltaron, sino que fueron las que ya conocemos, las que venimos escuchando desde tiempos fundacionales, como cuando la burguesía mercantil porteña y la ganadera bonaerense se apropiaron del proceso revolucionario de mayo con la finalidad principal de manejar la aduana a su antojo.

  

Respecto de la reunión de Mar del Plata, sus dactilógrafos nos brindaron reportes en los que a la acostumbrada labor de propaganda –y por ello, según se mire, netamente anti-periodística- agregaron una puesta en escena para hacer creer a sus rehenes mediáticos que hubo diversidad, expresada por ejemplo en que un empresario declaró desacuerdo con los insultos que el “constitucionalista” Eduardo Sabsay dirigió al gobierno nacional y en particular a la presidenta de la Nación, y que la platea saludó poniéndose de pie y aplaudiendo a rabiar. Este hecho de cuantiosa disidencia fue incluido generosamente por un cronista de La Nación.

  

Otro, de Clarín, intentó hacernos creer que hubo un “debate” entre economistas de precandidatos presidenciales que, como infelizmente es también de rigor, comparecieron obedientes ante la convocatoria de los señores del dinero. Allí fueron a desfilar economistas que los orientan y asesoran, incluyendo a Miguel Bein, cercano al gobernador Daniel Scioli, quien mientras era así representado tomó el recaudo de declarar en público que las críticas empresariales a la política económica del gobierno fueron “injustas”. Un juego clásico a dos puntas, táctica de la que también participó Señorito Mauricio, quien no se tomó la molestia de ir a Mar del Plata alegando dificultades en su siempre apretadísima agenda y sus interminables jornadas de trabajo. Ya sabemos que es hombre de transpirar duro, de sol a sol, así que dio el presente con colaboradores muy cercanos.

  

Pues bien, según el relato publicado por Clarín, en el tal “debate” se destacan casi únicamente posturas opositoras que no hacen más que defender los intereses de clase ya mencionados, y esto –si la versión refleja al menos en parte la verdad de lo ocurrido- incluyó a Bein: los economistas trinaron contra la inflación, como es ya costumbre, pero a la vez reiteraron otro viejo reclamo, poniéndole esta vez la máscara de “sincerar el tipo de cambio”. Devaluar, en criollo, lo que automáticamente desencadena como bien se sabe una tensión inflacionaria en la que los más pobres son siempre los que tienen menos instrumentos y posibilidades de defensa. Y no puede sorprender, en medio de tan acaloradas discusiones y contraposición de ideas, que estos economistas hayan hablado también a favor de la baja de las retenciones a las exportaciones del agro.

  

Si al lector estas posturas le parecen mera reiteración o lugar común, qué decir del cacareo de Cristiano Rattazzi, quien dijo que la Ley de Abastecimiento equipara a la Argentina con Venezuela. Poco le faltó para anunciar que el régimen dictatorial ya está listo para anular la propiedad privada y quitarle las viviendas a los ciudadanos y para raptar y devorarse a niñas y niños, exceptuando aquellos que sean exitosamente adoctrinados por La Cámpora, como alguna vez denunciaron varios medios “independientes”.

 

*Escritor y periodista, presidente de COMUNA, Comunicadores de la Argentina.

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