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¿Gotas de agua en el desierto?

Para qué sirven las revistas político-culturales autogestionadas

El sociólogo y director de la publicación Las Patas en la Fuente, Nicolás Dip, reflexiona en este artículo sobre los desafíos que afrontan las revistas político-culturales autogestionadas y la necesidad de que el Estado intervenga en la sanción del proyecto de ley presentado por la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina. Dip, también realiza una lectura sobre las publicaciones que se han insertado en el campo de posibilidades que generaron los avances comunicacionales, tecnológicos y digitales.

 

Por Nicolás Dip*

(para La Tecl@ Eñe)

I

Desde hace unos años participo en una revista autogestionada de política y cultura que se llama Las Patas en la Fuente[1]. Es un proyecto editorial pequeño que apenas puede sostener un número por año con una tirada de mil ejemplares. Ya pasaron tres años, tres números. Podríamos “vendernos” de otra manera, pero no vamos a exagerar: tenemos poca trayectoria y todavía nos queda un largo camino por recorrer. De todas maneras, a la escasa publicación, intentamos contrarrestarla con un trabajo cuidadoso de escritura, imagen, diseño e impresión. Las Patas en la Fuente salen poco, pero hacen el esfuerzo de dar lo mejor de sí con los exiguos medios y recursos que tienen a disposición. Por eso cada aparición es una enorme satisfacción y un aprendizaje sobre la marcha de nuestros propios errores.

 

Esta anécdota no viene a cuento para resaltar una experiencia personal, sino para poner sobre la mesa algunos interrogantes que aquejan a realizadores de revistas que no dependen de grandes aparatos políticos y económicos: ¿para qué sirve editar publicaciones con míseros presupuestos y paupérrimos canales de distribución? ¿Las revistas no son una práctica anacrónica que está a contramano de los avances comunicacionales, tecnológicos y digitales de los últimos tiempos? No creo que exista una única respuesta y seguro hay distintas posiciones al respecto. Hace poco me tocó participar en una mesa que abordaba la cuestión. El encuentro venía bastante monótono hasta que uno de los participantes encendió la discusión: “las revistas son una gota de agua en el desierto y, la verdad, no sirven para nada”. La afirmación descolocó a los que hablamos del tema con, vamos a sincerarnos, exceso de grandilocuencia. Siempre traemos a colación la importancia de los proyectos político-comunicacionales y hasta nos animamos hablar con pocos pruritos del ensayo argentino, las redes de militancia cultural, el periodismo crítico y otras cosas más.

 

Todavía no me interesa aclarar si comparto o no la posición de nuestro colega. Sólo me limito a señalar que en el día a día y ante los múltiples obstáculos que existen para materializar una revista, uno llega constantemente a ese tipo de conclusiones. Quién puede negar que alguna vez no se dijo así mismo: “esto no sirve para nada y no le interesa a nadie”; “somos un par de gatos locos con uno que otro interés en común”; “algunas personas compran las publicaciones, pero no sabemos si alguien las lee y tampoco si los temas que tratamos valen la pena y tienen un mínimo de importancia para el debate actual”.

 

A los bajones cotidianos también hay que agregarle que las revistas son menos visibles y parecen minoritarias si se las compara con los grandes medios. Pero a pesar de todo esto, que es discutible y no estoy sosteniendo una sentencia definitiva al respecto, nunca deja de llamarme la atención los grandes planes que se proponen las publicaciones. Y lo que a simple vista podría ser leído como una incongruencia, es lo que las mantiene vivas y les hace capear todo tipo de obstáculos para salir adelante. Por nombrar tres revistas de las muchas que existen, que merecen ser reconocidas por su continuo trabajo autogestionado: Sudestada, La Pulseada, La Garganta Poderosa. En sus páginas, se puede leer el anhelo de enfrentar a las corporaciones mediáticas, fomentar un periodismo crítico y popular, y contrarrestar las escrituras chatas y convencionales. No sé si es posible saber la eficacia o su grado de injerencia, pero no queda más que festejar estas apuestas, aunque tengan más convicciones que recursos materiales y enfrenten cotidianamente el duro desafío de expandir la distribución.

 

 

 

II

El símbolo de los medios autogestionados fue y sigue siendo Fabián Polosecki. “Polito” proponía una herramienta para leer a contracorriente del periodismo de cotillón y el dinero: hacer antiperiodismo. Idea que lo podía llevar a unir los temas de forma arbitraria y hasta deforme, pero con un norte político y estético que, paradójicamente, permitía encontrar el verdadero periodismo: aquel que rompe con los discursos y las imágenes estructuradas, predigeridas y estilizadas de la realidad. Y si hay algo que podemos valorar de las revistas es su antiperiodismo; porque intentan escapar a lo que un reconocido sociólogo francés señaló como la lógica dominante de las corporaciones mediáticas: “el pensamiento rápido”. Las grandes cadenas televisivas o las redes sociales que impregnan nuestra vida cotidiana acuden a la frase hecha, la ocurrencia, la repetición constante, la salida rápida, el shock, y detestan las preguntas, los matices, los enigmas, los razonamientos, la argumentación. Todo lo que “Polo” defendía en su programa televisivo El otro lado.

 

Y justamente en estos últimos puntos que resaltamos es donde está la importancia de las revistas, a pesar de sus problemas y limitaciones. Para pensar, para criticar, para jugar con los grises y, sobre todo, para argumentar y no ser una burda bajada de línea, las revistas tienen a su disposición el carácter multiforme de sus notas y diseños. Esto les permite la circulación de estilos, el combate en varios campos, la yuxtaposición de temas, las variantes de tonos, el cambio de géneros y la estrategia de las citas y las consignas. Con esto no estamos diciendo que siempre logran esos objetivos, pero a no dudarlo: el que tiene ganas de leer de todo y discutir de todo que se ponga a leer revistas. A esta altura quién puede negar su capacidad para mutar a cada instante, manejar colocaciones múltiples y zafarse de los lugares fijos, mezclando la política, el periodismo, la ficción, la poesía, la historieta y el arte. Por eso tampoco es raro que muchas veces sean las revistas quienes mejor homenajean con su práctica a Fabián Polosecki, por no nombrar a Roberto Arlt, Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Manuel Puig y Néstor Perlongher.

 

III

Hasta ahora este pequeño ensayo podría pensarse como un homenaje a las revistas en papel y hay bastantes razones para ello. El sesgo es evidente, no hace falta aclarar que quien escribe es lector de ese tipo de publicaciones y a veces cree que aferrarse al papel es una necesidad ante los latiguillos contantes que repiquetean en Facebook y Twitter. Hacemos esta aclaración para despejar una conclusión que no compartimos: “lo virtual no sirve para nada y no es el ámbito de las revistas”. El estilo EAMEO de las redes sociales es similar al del programa televisivo Intratables y al de la revista Gente, que no vale la pena aclarar que se edita en papel. En los tres casos, se busca más la fórmula que lleva al impacto instantáneo y pasajero, que el intento de construir un ámbito de debate colectivo con posiciones argumentadas. Por eso el tema no es tanto el formato, sino el enfoque y la propuesta. Muchas revistas han sabido leer esto y siempre se negaron a creer que su práctica está a contramano de los avances comunicacionales, tecnológicos y digitales de los últimos tiempos. Un ejemplo de ello puede ser La Tecl@ Eñe, que ya tiene más de diez años de trabajo. U otras experiencias más recientes que no son autogestionadas y tienen amparos institucionales interesantes, como Revista Anfibia y Haroldo.

 

Hay una cuestión que esquivamos hasta ahora y es importante. Unos párrafos atrás aclaramos que no sabemos el grado de injerencia de las revistas autogestionadas. Celebramos sus apuestas a pesar de ello y dejamos picando la imagen de la gota de agua en el desierto ¿es una metáfora adecuada para pensar las revistas? Quien escribe cree que no. Por dos razones: lleva al nihilismo o a un elitismo que justifica la propia soberbia.  Nihilismo porque se termina creyendo que es lo mismo que se hagan o no revistas. Y elitismo autojustificatorio porque al pensarse los editores tan críticos y excepcionales, en verdad están demostrando un profundo desprecio por los demás. Resaltamos las apuestas antiperiodisticas de las revistas, pero nunca negamos que deben precaverse de dos escrituras nocivas. La primera es una escritura excesivamente compleja y llena de tecnicismos, que habla sólo para “entendidos”. La segunda es una escritura que se cree popular cuando elimina las preguntas, los matices y las tensiones. La primera niega al lector, la segunda lo subestima.

 

Es imposible que a esta altura no me venga a la cabeza la consigna que escribió Rodolfo Walsh para la Agenda de Noticias Clandestina (ANCLA): "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información". En los momentos más difíciles, Walsh nunca abandonó la idea de que para informar había que jugarse por la escritura. Pero esa escritura no era ni para los intelectuales ni para los militantes versados; sino una escritura verdaderamente colectiva que podía poner en juego desde una teoría de la comunicación hasta un eslogan del jabón Lux: “nueve de cada diez estrellas usan siempre jabón Lux”. 

 

IV

Todavía falta quien escriba la historia conjetural de las revistas político-culturales argentinas. Que aborde las múltiples respuestas que se dieron a esa pregunta que parece sencilla y sin muchos rodeos, pero es el interrogante con que tuvieron que valerse todas las personas o grupos que emprendieron este tipo de publicaciones: “¿Y si hacemos una revista?” La Montaña, Martín Fierro, Sur, Contorno, La Rosa Blindada, El Escarabajo de Oro, Pasado y Presente, Los Libros, Literal, Antropología 3er.Mundo, Envido, Artes Ideas y Letras en la Crisis, Peronismo y Liberación, Controversia, Punto de Vista, Unidos, Humor Registrado, El Ojo Mocho, Confines, La Grieta, Sudestada, La Pulseada, La Tecl@ Eñe, La Garganta Poderosa, Anfibia, Haroldo. No es necesario hacer una lista de todas las que existieron y existen para constatar que son muchas, abarcan diversas temáticas, trayectorias, discusiones, posicionamientos y perspectivas.

 

Dijimos que existieron y existen revistas político-culturales, pero en la actualidad nos seguimos preguntando por la supervivencia y el fortalecimiento de las que optan por un camino distinto al de las grandes empresas. Parafraseando a un viejo comunista chino, “¿cómo hacer hoy para que más de cien flores se abran y debatan entre sí más de cien revistas autogestionadas?” Dos cuestiones me parecen fundamentales, aunque pueden anotarse muchas otras, por supuesto. La primera es seguir exigiendo la efectiva democratización de la comunicación y la sanción del proyecto de ley que presentó la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (AReCIA)[2]. El Estado es un actor principal a la hora de fomentar estos espacios y poner límites a la depredación de los monopolios. La segunda es tan importante como la anterior y exige una continua reflexión sobre nuestro propio campo. Es la obligación cotidiana de no olvidar una pregunta que está en el corazón de nuestra práctica periodística: “cómo escribir sobre los asuntos públicos y cómo entusiasmar a los lectores en relación con las carencias de nuestras sociedades".

 

La Plata, 22 de octubre de 2015

 

* Sociólogo, docente, director Las Patas en la Fuente https://laspatasenlafuente.wordpress.com/

 

 

[1] Aclaramos al lector: en la nota vamos hablar principalmente de revistas autogestionadas de política y cultura. Por supuesto, éstas no son las únicas y existen de otro tipo.

 

[2] Toda la información sobre AReCIA y el Proyecto de Ley de Fomento para la Producción Autogestiva de Comunicación Social por Medios Gráficos y de Internet la pueden encontrar en: http://www.revistasculturales.org/

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