!Nunca más a la guerra!
Las universidades de Gran Bretaña invierten los fondos de pensiones de sus empleados en empresas que fabrican armamento. Esa desviación de fondos alcanza también a asociaciones de beneficencia infantiles, que buscan los mejores réditos económicos. Una flagrante degradación ética de quienes presumen de desarrollados, humanos y civilizados.
Por Norberto Alayón*
(para La Tecl@ Eñe)
El diario conservador “La Prensa” de Buenos Aires, perteneciente a las tradicionales familias argentinas Paz y Gainza Paz, publicó hace ya 16 años (el 24 de febrero de 1999), una significativa información bajo el título “Las universidades británicas invierten en fábricas de armas”.
Consignando el despacho en Londres (Especial) dio cuenta que “Las universidades de Gran Bretaña han invertido parte de los fondos de pensiones de sus empleados, el equivalente a 314 millones de dólares, en empresas que fabrican armamento. La denuncia, formulada por la organización no gubernamental Campaña contra el Tráfico de Armas, alcanza también a asociaciones de beneficencia infantiles, que buscan los mejores réditos económicos. Algunas casas de educación superior tienen participaciones a su nombre en la misma industria, como por ejemplo Oxford y Cambridge”.
Como se puede observar en este caso, la perversa “lógica” con la cual el sistema capitalista orienta y contamina el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, parece no habilitar límites morales o pedagógicos. Educar y matar no aparecerían como algo contradictorio y reprobable para esas universidades y asociaciones de beneficencia infantil.
Se trataría de obtener los mejores beneficios económicos, desestimando la barbarie de las guerras, para poder cumplir mejor sus loables objetivos educativos y asistenciales. Si para capacitar y asistir mejor a los universitarios y a los niños británicos, hay que fortalecer la fabricación de armas y la consecuente utilización de las mismas en todo tipo de guerras (casi siempre en otros países), estamos en presencia de una flagrante degradación ética de quienes presumen de “desarrollados”, “modernos”, “humanos”, “democráticos”, “civilizados”.
Pareciera que “el fin, justificaba los medios” para esas prestigiosas y mundialmente reconocidas universidades. Si para mejorar la educación de los británicos, había (o bien hay) que contribuir a la matanza de otros seres humanos en otras partes del mundo, nada se debe reprochar porque el objetivo educativo final justifica cualquier tipo de comportamiento o rentables participaciones económicas. No existiría contradicción ética alguna (eso sólo cabría para los ilusos o los idealistas). En definitiva, para este tipo de concepciones, el dinero lo justifica todo.
El corresponsal del diario “Página 12” en Gran Bretaña, Marcelo Justo, publicó el pasado 20 de mayo una crónica dando cuenta que la empresa norteamericana Boeing le vendió aviones de guerra a Arabia Saudita por 29 mil millones de dólares. A la vez, otra empresa de Estados Unidos (Lockheed Martin) vendió a Qatar misiles de defensa por 6.500 millones de dólares. Reproduce, asimismo, las declaraciones de Pieter Wezeman, investigador del Instituto de Estudios de la Paz de Estocolmo, quien afirma que “los vendedores de armas se comportan como cualquier otro negocio tratando de activar la demanda de armas con técnicas de mercado”. Menciona, por otra parte, que en Londres -cada 2 años- se lleva a cabo la feria más grande de armamentos del planeta y que Estados Unidos es el mayor exportador de armas del mundo con un 31 por ciento del mercado, secundado por Rusia con un 27 por ciento.
Ahora, el Papa Francisco acaba de manifestar en una multitudinaria misa en Sarajevo, capital de Bosnia-Herzegovina, que “En nuestro tiempo, el deseo de paz y el compromiso por construirla contrastan con el hecho de que en el mundo existen numerosos conflictos armados. Es una especie de tercera guerra mundial combatida por partes y, en el contexto de la comunicación global, se percibe un clima de guerra”. Criticó a aquellos que “especulan con las guerras para vender armas” y exclamó “¡Nunca más la guerra!”.
Determinados gobiernos promueven directamente el armamentismo mundial y todo tipo de guerras e invasiones y luego cínicamente se asombran y se escandalizan por las acciones (abominables por cierto) de determinados grupos fundamentalistas y violentos, como si ellos fueran inocentes “carmelitas descalzas”. Por ejemplo: ¿quiénes hacen jugosos negocios comerciales y políticos con el actual Estado Islámico, vendiéndole sofisticadas armas de gran poder letal? ¡Oh, los Estados Unidos, Rusia y la Europa “civilizada” y “civilizatoria”! ¡Oh, la “gran” Gran Bretaña!
¡Qué pena -para decir lo menos y conteniendo la indignación- que las destacadas universidades de Oxford y de Cambridge hayan incurrido en ese tipo de comportamientos que describía el diario “La Prensa”, aprovechándose económicamente y a la par fomentando y legitimando el armamentismo! ¿Estas y otras universidades continuarán, en la actualidad, invirtiendo en empresas que fabrican armas, para proseguir con la destrucción del mundo?
Buenos Aires, Junio de 2015.
* Profesor Titular Regular - Facultad de Ciencias Sociales (UBA)