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¿Otra vez el fiscal Nisman?

El próximo 7 de julio distintos grupos, organizaciones judiciales y dirigentes políticos enfrentados al gobierno nacional convocarán a una marcha en apoyo del juez subrogante Luis María Cabral, tratando de reavivar la convocatoria del 18F y con el objetivo de respaldarse mutuamente en su acción política contra el gobierno.

 

Por Norberto Alayón*

(para La Tecl@ Eñe)

Distintos grupos, organizaciones y dirigentes políticos, de los más retardatarios y objetivamente antinacionales, se han vuelto a aglutinar en una argamasa enfermiza, ganada por el odio y el resentimiento y probablemente también por la desesperación. En esencia, son los mismos que armaron y convocaron la marcha del 18F que intentaba “construir” un héroe y un mártir en la figura del fiscal Alberto Nisman, tortuoso personaje ligado estrechamente a la embajada de los Estados Unidos y a los servicios de inteligencia.

 

Hoy, estos mismos sectores convocan a una nueva marcha “republicana” (con reminiscencias de la “Unión Democrática” de 1945/46) para el 7 de julio, apoyándose en el caso del juez Luis María Cabral, tratando de “usar” a este magistrado y/o respaldándose mutuamente.

 

Dicha marcha está activamente promocionada, apoyada y convocada por la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional conducida por el camarista antikirchnerista y convocante del 18F Ricardo Recondo, junto a los fiscales Raúl Plee, Germán Moldes, Guillermo Marijuán, Carlos Stornelli, José María Campagnoli, Ricardo Sáenz; por los diarios “Clarín” y “La Nación” (a quienes no resulta higiénico caracterizar en esta ocasión); por Mauricio Macri; por Elisa Carrió; por Ernesto Sanz de la UCR; por Patricia Bullrich y Laura Alonso del PRO; por Graciela Camaño de Barrionuevo y Facundo Moyano del Frente Renovador de Sergio Massa; entre otros.

 

Aunque nada es totalmente escindible (y menos en estas cuestiones de alto impacto institucional) podríamos desdoblar el análisis en dos aspectos, al mero efecto de una mejor explicitación: el jurídico y el político.

 

En cuanto a lo jurídico, veamos algunos posibles interrogantes:

 

  • ¿Es cierto que el doctor Luis María Cabral fue designado “a dedo” en 31 de agosto de 2011 en la Cámara de Casación, como juez subrogante? ¿La ley establece que la designación respectiva tendría que haberse realizada por sorteo? Y si fuera ese el caso, ¿por qué el juez Cabral habría aceptado beneficiarse con un procedimiento viciado de ilegalidad?

 

  • El reconocimiento profesional, laboral, salarial de los Camaristas, aunque sean suplentes, ¿juega mucho en las aspiraciones de ascenso de los jueces de grado?

 

  • El mantener dos puestos como camarista y juez a cargo de otro tribunal ¿le resta capacidad operativa e idónea administración de justicia a los magistrados?

 

  • ¿Es usual que en la Justicia las suplencias (subrogancias) duren cuatro años?

 

  • ¿El juez Cabral no se presentó al Concurso, que ya está en etapa de sustanciación, para designar a Camaristas titulares y regularizar el funcionamiento, evitando tener que apelar a suplencias transitorias?

 

  • ¿Cabral aspira a ser nominado como futuro integrante de la Corte Suprema de Justicia de la Nación? ¿La oposición antikirchnerista podría proponerlo?

 

Pero vayamos ahora, al otro aspecto, el principal: al directamente político, inseparable de las cuestiones supuestamente sólo “jurídicas”. Porque nadie puede desconocer que los jueces, y especialmente los Camaristas y los Supremos, son actores políticos (de uno de los tres poderes del Estado) de altísima relevancia e incidencia en los destinos de un país.

 

Y entonces, formulamos estos otros interrogantes:

 

  • ¿El doctor Cabral, que no pierde en modo alguno su cargo de juez y que fue durante varios años Presidente de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional, es o se transformó en un opositor al gobierno?

 

  • Si es o se transformó en un opositor al gobierno, ¿de ahí derivaría su intransigencia para no aceptar la finalización de su suplencia que ya lleva casi cuatro años?

 

  • ¿Los convocantes y adherentes a la marcha del 7J, que encarnan las posiciones más reaccionarias y degradadas de la política nacional, se quieren montar sobre Cabral para golpear y debilitar al gobierno, especialmente en esta época de campaña electoral? Si fuera así: ¿una vez “usado” Cabral (como lo usaron a Nisman), cree el juez que obtendría el reconocimiento eterno de estos sectores y lo incorporarían a sus distinguidos círculos de privilegios varios?

 

  • Si fuera a la inversa, es decir si Cabral quisiera “usar” a estos grupos y sectores para proteger y garantizar sus aspiraciones personales y políticas, ¿no le importaría, en pos de sus objetivos, la catadura y las posiciones políticas de sus circunstanciales “amigos”?

 

En cualquier caso, si la barbarie opositora quiere “usar” a Cabral, o si Cabral quiere “usar” a la barbarie opositora, o si ambos deciden actuar en forma conjunta en contra del gobierno, podríamos sacar un par de conclusiones: en primer lugar que hay que tener muy buen estómago y una gran plasticidad ética para soportar semejante convivencia. Y en segundo término, que el episodio entraña una objetiva opción de hierro: contribuir a sostener y profundizar un proyecto de corte nacional y popular o contribuir al intento de restauración conservadora de los neoliberales de los 90 coaligados con lo peor del capitalismo mundial y herederos de la dictadura cívico-militar-eclesiástica de Videla y Martínez de Hoz.

 

Eso sí, mientras seguimos el curso de los acontecimientos, como dijera el patriota en serio Mariano Moreno, a la marcha del 7J no asistiré “ni ebrio, ni dormido”.

 

 

Buenos Aires, Julio 1 de 2015.

 

 

*Profesor Titular Regular -Facultad de Ciencias Sociales (UBA)

 

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