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Los dos mensajes de las PASO

Luego de realizadas las PASO puede decirse que los electores enviaron dos señales ejercidos tres mandatos de kirchnerismo: Por un lado la ratificación del kirchnerismo como minoría activa, vanguardia del peronismo y la confianza en la gobernabilidad de ese signo. Por otro lado, el incremento de la presencia opositora, el desgaste por el tiempo de gestión y las condiciones socioeconómicas inferiores respecto a años anteriores, han determinado que el apoyo no haya sido más numeroso. Hasta este momento de cumplimiento del cronograma electoral, ni la oposición tuvo el desempeño que los sectores dominantes esperaban, ni el FpV alcanzó una performance superior a otras oportunidades. Y esto es lo que ha producido el voto de las PASO.

 

Por Ricardo Rouvier*

(para la Tecl@ Eñe)

  • Preeminencia del FpV

 

Los vaivenes electorales juegan, en general, en línea con la situación socioeconómica y sobre todo de en cómo es vivida y sentida la realidad cotidiana por parte de los segmentos sociales. A veces, con mayor sincronía y otras con menor relación, existe una determinación de la actualidad sobre el colectivo social en la expresión de consensos como lo es una elección.

 

Una interpretación sobre la relación entre economía y sociedad, señala que una gran mayoría no ha tomado conciencia aún sobre los problemas de la macroeconomía en su economía familiar, sobre todo en un mundo en emergencia financiera en que casi todos los países se van ajustando a la hegemonía del dólar; devaluando sus propias monedas, con el objeto de no perder posiciones en el comercio mundial. Pero no todo es “culpa” de lo internacional, nosotros tenemos nuestras propias repeticiones sobre la escasez de dólares o estrangulamiento del sector externo, que es un síntoma recurrente en el perfil de las encrucijadas económicas nacionales. El peronismo en el gobierno se proyecta al ritmo de la etapa expansiva de la economía; y luego, sobrevienen los momentos de freno, de restricciones en la etapa recesiva. En esos momentos de limitaciones se calienta la lucha distributiva y se estimula el control político de la economía. La burguesía, luego de participar activamente (“llevársela con pala”) en el momento de crecimiento, cuando viene el freno, disputa por mantener su tasa de ganancia. Los ingresos fijos se mantienen a caballo de la inflación, y suben por las escaleras, pero desde hace años con ritmo rápido, para igualar al ascensor de los precios de bienes y servicios.

 

Esta dinámica que hemos vivido en repetidas ocasiones de manos del peronismo, hoy vuelve a repetirse con la especificidad de la coyuntura. La férrea conducción indiscutida es de Cristina Fernández de Kirchner, pero frente a la proximidad de terminar su mandato;  y con la posibilidad de que la jefatura del Estado pueda ser ejercida por otro peronista. La pregunta es cómo, en la declinación económica y con varios nudos económico-financieros a resolver, puede funcionar esta arquitectura de articulación entre el gobierno y el poder del sector más activo del peronismo; el kirchnerismo. El establishment tiene a Mauricio Macri como su candidato, pero también tiene todas las recetas neoliberales a disposición de la administración que venga, sea quien sea. Si es Macri mejor, si no, los intereses sectoriales buscarán otro interlocutor.

 

En este contexto, la orientación electoral de las PASO marcó nuevamente la preeminencia electoral del FpV  en las primarias; fruto, en gran medida, de lo realizado en este período de doce años y por haber gambeteado, hasta ahora, una exteriorización más aguda de la etapa declinante de la economía.

 

Si observamos la evolución del voto kirchnerista desde el 2007 (no tomamos en cuenta el 2003 que tuvo características particulares), se observa que el caudal ha disminuido en relación a las dos elecciones anteriores, y sobre todo en comparación con la del 2011 en que el FpV, con la candidatura de la Presidenta, obtuvo un nivel record dentro de la etapa kirchnerista.  Otra diferencia respecto a cuatro años atrás, es la distancia con el segundo. En 2007, Cristina Kirchner obtuvo el 45% de los votos y le sacó más de veinte puntos a Elisa Carrió; en las PASO del 2011, logró el 50% y dejó a Ricardo Alfonsín  relegado a un lejano segundo lugar con poco más del 12%.

Nuestra interpretación indica que los electores enviaron dos señales luego de tres mandatos de kirchnerismo: por un lado la ratificación del kirchnerismo como minoría activa, vanguardia del peronismo y la confianza en la gobernabilidad de ese signo. Por otro lado, el incremento de la presencia opositora. El desgaste por el tiempo de gestión y las condiciones socioeconómicas inferiores respecto a años anteriores, más parecidas al 2009,  determinaron que el apoyo no haya sido más numeroso. No obstante, Daniel Scioli sigue siendo el mejor candidato que tiene el FpV y hay en los 38,41% de los votos que obtuvo, algunos puntos que le son propios.  Respecto a esos votos propios existe un debate en el kirchnerismo y en el peronismo respecto al valor electoral del gobernador. Sectores más duros tienden a considerar que Scioli no es un fenómeno electoral y que no es el mejor candidato para el FpV.  Este análisis concluye con la afirmación contrafáctica de que Cristina sería una segura ganadora de las elecciones nacionales. La imposibilidad de demostración de este enunciado, no quita el reconocimiento a su calidad como candidata. 

 

Considerando el desempeño en elecciones legislativas, podemos decir que el FpV repite su piso histórico; ese sería el denominado “núcleo duro” del kirchnerismo/peronismo; que queda subrayado cuando la ciudadanía tiende a buscar pluralidad para integrar el poder legislativo. Otra consecuencia de las PASO es que el dominio del peronismo abarcó nuevamente la extensión territorial; ganó en casi todo el país, excepto en enclaves en que le fueron esquivas como CABA, Córdoba y Mendoza; y en la San Luis donde los Rodríguez Saá vienen triunfando desde hace años.

 

La vigencia y existencia del peronismo tuvo mayor resonancia en algunos distritos; por ejemplo en la Provincia de Santa Fe, con un destacado desempeño de Omar Perotti y una elección del oficialismo socialista debilitada desde su nacimiento, por dudas y dobleces respecto a la candidatura presidencial. El resultado fue que Binner, candidato a senador, fue cuarto en el ranking de votos. El apoyo que va perdiendo Del Sel se va restituyendo al peronismo santafesino. Ahora bien, la ausencia de tejido territorial de Cambiemos no significa que Macri no sea competitivo en varias provincias del interior, sobre todo en aquellos lugares de mayor concentración urbana y de clase media.

La Provincia de Buenos Aires, por diversas razones, volvió a ser el epicentro del interés electoral debido a las varias disputas que se libraron en las PASO. El hecho de que allí, en un territorio afín el FpV, el oficialismo quedara al borde del 40%, el frente electoral opositor Cambiemos hiciera una buena elección y que el massismo registrara una recuperación, ratifica la doble señal que mencionábamos más arriba. Sin duda que para octubre este distrito sigue siendo clave por su incidencia nacional.

Se produjo otro fenómeno en la Provincia de Buenos Aires: La aparente  eternidad de algunos intendentes peronistas fue derrotada por otras figuras peronistas mostrando una renovación de cuadros dirigenciales locales. El necesario trasvasamiento se va produciendo; aunque sigue pendiente darle un marco orgánico que agrupe y ordene al kirchnerismo ya que es evidente que el PJ no es la institución elegida para eso.

 

La reciente y accidentada elección a gobernador en Tucumán, mostró nuevamente la preeminencia del peronismo local. Y si bien el ejercicio de la oposición al profetizar el fraude antes que este ocurra, es parte de la campaña para deteriorar a la fórmula oficial nacional, es imprescindible que el sistema político y electoral se modifique para evitar lo que en Tucumán hace muchos años existe: La comercialización del voto y la corrupción política que ha penetrado profundamente en la sociedad provincial.

La ventaja del FpV sobre la alianza opositora en Tucumán superó a su adversario; pero el promedio del oficialismo (habrá que esperar el escrutinio definitivo) fue menor a otras oportunidades y el conjunto de la oposición superó el porcentaje de anteriores elecciones. Lo ocurrido, una mezcla de operaciones opositoras buscando impugnar y brutalidad propia y reiterada en dicha provincia, va anticipando las dificultades que transitará la transición hasta el 25 de octubre, y mucho más si hubiera segunda vuelta. Los avatares alrededor de este episodio no favorecen al FpV, y sí favorecen a la oposición; aparece un  Macri como si fuera un paladín de la democracia.

 

Es decir, que hasta este momento de cumplimiento del cronograma electoral, ni la oposición tuvo el desempeño que los sectores dominantes esperaban, ni el FpV alcanzó una performance superior a otras oportunidades. Y esto es lo que ha producido el voto de las PASO.

 

No obstante, la escasa distancia que separa al FpV a nivel nacional de ganar en primera vuelta, según los números, incrementa las expectativas de esta agrupación de evitar un balotaje. Es necesario anticipar que, en general, la corta experiencia nacional y la internacional con sistemas como las PASO, indica que el que gana en las primarias tiende a incrementa su porcentual en la general,  por efecto de los que se suben al “carro ganador”. Y hay otro motivo recurrente en la elección de un candidato presidencial -que cuesta observarlo desde la investigación cuantitativa - y es el optar por la seguridad de gobernabilidad. El mapa del extendido triunfo del FpV a nivel nacional y la expresión de gestión y equipo que exhibe Daniel Scioli puede constituirse en una ventaja, frente a un adversario que muestra dudas entre sus propias fuerzas aliadas y no expresa un liderazgo de fuerte clivaje social.  Pero, eso sí: Ni la sorpresa climática sobre la gestión bonaerense, ni la policía brava en Tucumán ayudan a consolidar una victoria.

 

La existencia de un panperonismo que desborda los límites del kirchnerismo hace que Scioli pueda utilizar esa imagen algo despegada del k duro, para que peronistas de Córdoba, San Luis, La Pampa y votantes de Massa, puedan sentirse atraídos por el voto “útil” al FpV para evitar que Macri avance hacia una segunda vuelta. Pero, son todas hipótesis sujetas al veredicto de la realidad.

 

  • La oposición se fortalece

 

Viendo la evolución del voto, se observa que la oposición ha incrementado los consensos; aunque aún permanece dividida, con una porción mayor en manos del PRO. Y su crecimiento puede leerse como la intención de poner un freno, de parte de un sector de la población, al oficialismo.

 

Somos pocos los que pensamos que la derecha vernácula es mucho más débil de lo que se cree, comprendiendo que la sobreestimación del adversario tiene un sentido táctico para el kichnerismo. Desde el 83 hasta la fecha no ha podido conformarse en un partido u organización política con legitimidad suficiente que exprese esa ala ideológica. La salida de la dictadura militar determinó que la derecha política debía obligarse a construir política orgánica en democracia; y eso le costó y le cuesta. Consciente de que esto que afirmamos es polémico, no toda la oposición es derecha. Hay sectores minoritarios en la oposición que podrían estar más cerca del kirchnerismo y que no han podido ser seducidos por la propia dificultad del oficialismo de pensar la política desde la concertación y la pluralidad.

 

Menem fue un claro ejemplo de cooptación ideológica desde la derecha hacia el peronismo; y durante ese período se logró una verdadera alianza que permitió que la denominada Economía Popular de Mercado (un oxímoron de la época) primara desde las oficinas de la elite privatista extranjerizante hasta buena parte de la dirigencia cegetista. Hoy asoma Macri como un exponente de la nueva derecha, que mantiene distancias con aquél capitán ingeniero Álvaro Alsogaray, que tenía una preparación muy superior a la del ex presidente de Boca, en cuanto al dominio de la conceptualización liberal. Nos cuesta pensar que Macri sea una garantía para el establishment considerando sus debilidades. Pero no hay duda que no hay otro candidato antik y antiperonista que esté más cerca de ganar. Ahora,  si Macri no gana. ¿Qué hará el círculo rojo? Bueno, no se necesita mucha imaginación para suponer que intentará nuevamente capturar al peronismo, sabiendo que con el kirchnerismo es imposible. Pondrá a disposición del nuevo Presidente sus consultores, sus consejos, sus fundaciones y sus recetas. Diríamos más: esas recetas ya están encima de todos los escritorios de los presidenciables. Pero, en el campo nacional y popular hay que evitar diagnósticos engañosos que quieren ocultar lo inevitable; y es que se produzcan reacomodamientos en las políticas económicas destinadas a mejorar las variables macroeconómicas.  Por supuesto, que esto debe hacerse con la presencia indispensable de los trabajadores organizados.

 

El espacio opositor tiene  el desafío de achicar la diferencia de casi 2 millones de votos que separa al FpV de Cambiemos, y del doble para el caso de UNA. Parecen números muy grandes para aproximarnos a un triunfo opositor, pero no es imposible. Es indudable que a esta altura, excepto una sorpresa, Massa estaría fuera de carrera principal.  En las elecciones intermedias entre las presidenciales y en plena caída del nivel de actividad económica, es que se cuelan los desempeños triunfales de De Narváez, primero, y Massa después. Sin embargo, la oposición recién ahora ha achicado un poco su fragmentación, y esta división facilitaría un posible triunfo del oficialismo en primera vuelta. La decisión, por el momento, de Cambiemos  de seguir su propio camino de pureza, podría facilitar al kirchnerismo el triunfo para la presidencia.   

 

En la agrupación Cambiemos, el 80% de los votos son del PRO. Las dudas son respecto a la fidelización del voto de la UCR (con una pésima performance y en situación agónica) y la CC de Carrió. La segunda cuestión es que para aumentar su poder competitivo requiere de votos externos a Cambiemos y esos son sufragios en disputa con el propio oficialismo. En primer lugar aparecen en la búsqueda los votos a De la Sota en Córdoba que fueron 1.4 millones.  UNA se focaliza en tener un bloque de legisladores propio para negociar con minorías más abundantes, y en que Felipe Solá pueda desplazar a María Eugenia Vidal de la performance electoral del PRO en la Provincia de Bs.As. Parece difícil por ahora que esto ocurra, y la candidata a gobernadora del macrismo, atada en primer lugar al desempeño del cabeza de lista, intenta despegarse y alcanzar mayor vuelo para alzarse con un sorpresivo triunfo al ejecutivo bonaerense. ¿Difícil que esto ocurra? Difícil, pero no imposible.

 

  • ¿Primera vuelta o balotaje?

 

Las dos hipótesis son válidas: Scioli está cerca de ganar en primera vuelta y  la oposición de obtener un balotaje. En pocas semanas más se resuelven estas incógnitas excluyentes; mientras tanto las encuestas van a entretener a la sociedad del espectáculo dominado  por los medios.  El Grupo Clarín, La Nación y Perfil son los principales animadores del balotaje. No podemos pensar, ya lo dijimos, en una eventual transición entre el 25 de octubre y 22 de noviembre como tranquila o libre de una fuerte y dura competencia electoral.  Considerando las herramientas que oficialismo y oposición van a poner en juego, la  contradicción va a ser cálida. Es más, la lucha a media voz dentro del propio kirchnerismo, hace que la historia futura, también se inscribirá en la victoria o la derrota. Pero CFK, al estar exenta de esta actuación electoral, queda un poco afuera de las consecuencias, si fueran negativas; quedando la conducción kirchnerista parcialmente preservada.  Distinto es para el candidato, en quien recaería todo el peso de un resultado adverso.

 

Cambiemos buscará polarizar para obtener el balotaje. Si Macri pierde, fracasa como alternativa de poder, aunque el apego de éste a la política no pasa de ser un barniz de su personalidad. Los poderes fácticos, como siempre, rápidamente buscarán otros protagonistas. El único que puede estar exento de algún peligro de incendio es Sergio Massa, que por su edad y por estar fuera de la conversación principal, desplaza su futuro al futuro.

 

La  posibilidad de que Aníbal Fernández gane la gobernación sería la culminación de una estrategia de CFK que se prepara para acumular poder en función de un proyección táctica hacia el 2019. Un bloque propio de Cristina en las cámaras cierra el círculo de ejercicio del poder en función de contar con herramientas propias que no dependa del gobierno central. Gobierno central cuyo vicepresidente es Carlos Zannini;  también un hombre originario del kichnerismo para la transición que se pretende.

 

La crónica de un futuro en disputa es lo que será material de interpretaciones y posicionamientos. Pero, como dijimos antes, la articulación inédita entre Cristina Fernández de Kirchner, Jefa del Kichnerismo, y un Scioli Presidente es de una gran complejidad y sometida a las disputas que se produce en un momento de caída del ciclo económico; y del límite a las políticas impulsando la demanda agregada. Los actores del peronismo, CGT y gobernadores e intendentes, apuntalarán la legitimidad presidencial.  Y por el otro habrá una lógica vigilancia para que se mantenga la vigencia del proyecto, en un contexto descendente del ciclo,  aunque como hemos dicho en artículos anteriores, las fronteras del proyecto son indeterminadas.

 

Estamos ante una continuidad que no es análoga, o ante la posibilidad de un gobierno de oposición sin poder institucional y territorial. Es decir, ante un cambio con sus grados de incertidumbre. Lo que viene pone en riesgo los ejes centrales no concluidos de la etapa: desarrollo e igualdad.

 

 

Buenos Aires, 29 de agosto de 2015

 

*Sociólogo y analista político

 

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