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El desfiladero
Menos de tres meses es poco tiempo para concluir sobre un perfil definido y proyectado de un gobierno. Sí ayuda a la demostración, un gobierno que desde el comienzo es dinámico en acciones y gestos. Este es el caso del gobierno de Mauricio Macri. El período legislativo que se inicia va a ser revelador de si el actual presidente logró ampliar su poder. El porvenir irá resolviendo algunos interrogantes para generar otros, pero sin duda, el desfiladero es el sendero que Macri y la oposición, transitan.
Por Ricardo Rouvier*
(para La Tecl@ Eñe)
Menos de tres meses es poco tiempo para concluir sobre un perfil definido y menos proyectado de un gobierno, por la escasez de tiempo cumplido en relación a su mandato de cuatro años. Sí, ayuda a la demostración un gobierno que desde el comienzo es dinámico en acciones y gestos. Este es el caso del gobierno de Mauricio Macri.
Pero hay una máscara para él público y hay un fondo que no se muestra. Lo que se oculta es la profundidad de las actitudes ideológicas. La gestión pavimenta las emociones más a fondo que involucran las creencias y los intereses. Pero, sin duda que el tiempo de las convicciones está más allá de la agenda y la sonrisa diaria.
La inauguración del período legislativo mostró a un Macri en plenitud discursiva tanto en el sesgado balance, acentuando la calamidad de la situación recibida, sin mencionar los logros de la década, como en las propias propuestas. En dicha pieza oratoria los dos aspectos estuvieron presentes. Construcción de universalidad y diálogo como expresión de un demócrata, y por detrás una clara proposición conservadora. Algunas menciones como al golpe del ´76 sonaron falsas, inapropiadas para quien ha vivido toda su vida en el contexto de la justificación golpista.
Lo que sabíamos de antemano era que la propuesta de gobierno de Cambiemos confrontaba con el período anterior. De lo que principalmente se trataba, y se trata, es la puesta en marcha del desarrollo de las fuerzas productivas, recuperar la tasa de ganancia para los propietarios, o por lo menos para una parte de ellos, recuperar la supremacía del mercado sobre el Estado e integrarse al consorcio de las países centrales y caminar a disposición de las hegemonías mundiales. El discurso oficial ocultó parte de esto y mostró una parte más adocenada y adecuada a una “cadena de la felicidad”.
Este tiempo macrista, desde el principio, se asumió como una nueva racionalidad; como la recuperación de la racionalidad frente a la pérdida de la misma con el kichnerismo. Esta distinción sobre la luz de la razón tiene cuña histórica, y explica el fundamento de la hegemonía burguesa en el mundo. Para los liberales, desde los populismos latinoamericanos al ISIS, hay en común una insensatez activa, que hay que combatir con la “espada, la pluma y la palabra”, como dice el himno a Sarmiento.
Macri se posiciona allí, modestamente, en el logos del occidente de nuevo cuño, que lo distingue de la vieja derecha que también ostentaba esa virtud cartesiana pero desde un saber oligárquico, desde una verdad colectiva, de clase. Aquellos favorecían la grieta, éstos la tapan y permanece, si les va bien, subterránea.
En cambio, esta nueva derecha (surgida luego de la guerra fría y de la desaparición del socialismo real) expresa el sentido común (un sentido común economicista y hedonista), lo que lo acerca al populismo de otro signo. Es decir, comparten lenguajes con gran parte de la clase media, se introducen fácilmente en la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie. Y, muestran en detalle su vida familiar como aconseja el marketing político. Mostrándose amorosos y fértiles, armoniosos y tiernos.
Estos conservadores son más inteligentes, evitan la controversia ideológica, porque las ideologías, según ellos, ya no existen. Se apoyan finalmente en los escombros del muro de Berlín, para sacarse fotos y mostrar que el mundo se encarriló.
No diría la estupidez de que a Macri lo puso la CIA pero no hay duda que su carrera va en paralelo con las adecuaciones mundiales a la nueva época del capitalismo. Requiere de otros personajes, que no necesitan construir diatribas contra el comunismo, y que tengan un costado social que emparche la desigualdad.
También caminan por las veredas de los independientes e incluso, si tienen éxito, en los barrios medios bajos y bajos. Sobre esos conglomerados populares el voto a Cambiemos quebró el almácigo de votos peronistas. También, hay que decir que nuestros propios errores y soberbia ayudaron al adversario.
Alguien dijo hace unos días que desde el campo k. “subestimamos a Macri”. En los ´70 subestimamos al enemigo. Ergo, el campo nacional y popular se la pasa subestimando.
Este posicionamiento es reforzado por gestos democratistas, de pluralidad y diálogo, sin agregarle nada de contenido a la democracia argentina. No hay crispación emanada desde el poder, pero tampoco hay un sustento diferente a mantener el status quo. La crispación emerge de las propias estructuras de la inequidad, que son estimuladas por una administración que acelera la recuperación de los beneficios empresarios. Antes de Néstor y Cristina estaba la grieta, era cuestión de prestar atención.
Como los Partidos Políticos siguen siendo poco significativos, a Macri no le queda más remedio que acercarse en cuerpo presente a lo popular y fijar una posición allí. Esto es impensado para Carrió o para ésta UCR.
Este gobierno es casi una afirmación contra-intelectual, a pesar de que algunos voceros aparecen “progresistas” en este aspecto. No aquilata filosofía política ni historia. Transita por los medios algún aspirante de pensador del PRO, que no termina de conceptualizar.
Sí trata de vaciar la historia de contenido, y apostar a la razón práctica como nueva religión laica. No les importa si está Juana Azurduy y/o Colón, o si se puede transitar por la Ex Esma, lo que importa es comprender que la “gente” no quiere conflicto, ni discusiones, ni controversias. Y lo que la “gente” quiere, inaugurando exégesis, es la gestión como confín de las ideologías. Se rebautizan los lugares castrando lo anterior.
Tal cual hace la centro-derecha en el mundo central, construye gestos y matices que tratan de proyectar que los que gobiernan lo hacen como personas comunes, y que sus intereses son los intereses del colectivo. Hay clases sociales, pero éste no es un momento caliente de la lucha de clases en Occidente; predomina la Opinión Pública como superación de las brechas sociales; y en ella la nueva derecha gobierna muy atenta a la evolución del humor social controlada por encuestas, y los medios masivos de comunicación siguen repitiendo su canción hegemónica.
Los conservadores en el mundo, salvo excepciones, la francesa, la holandesa, la austríaca, han desarrollado una actualización de la hegemonía capitalista, en el sentido liberal del término. Ante el naufragio del socialismo en el poder, puede usar más la sutileza que los tanques, reservando éstos para áreas geográficas en donde la sinrazón está armada.
Esto le permite adoptar un neohumanismo que el Papa denuncia diariamente como hipócrita, pero que prevalece en el proceso de naturalización del dominio, y convive con Francisco, es más, lo va a acompañar con el reconocimiento y el aplauso. Para la derecha dura, más dogmática y convencida, su destino es testimonial y no gobernar. Esto justifica el corrimiento internacional de la derecha hacia el centro, para hacer que su oferta sea más competitiva en las sociedades modernas. Esa evolución es lo que explica este triunfo con voto popular de Macri.
En estos pocos meses se ha construido el desfiladero por el cual transita con necesidad, deseo incumplido, con gradualismo. Pero, no todo es gradualismo, hay también acciones más radicales, como por ejemplo la devaluación y la fuerte transferencia de ingresos. O la desmesura de una gendarmería disparando balas de goma, sin control, en un barrio de emergencia. El gobierno no investiga hechos que lo pueden inculpar.
Desde los costados del desfiladero recibe presiones: entre los suyos, especialmente del círculo rojo. La Nación, le reclama desde lo ideológico; y Clarín le achaca cierta torpeza práctica, su inexperiencia. Los economistas ortodoxos, no quieren paso a paso sino shock súbito; como el infarto. Por ahora la alta burguesía no se juega por su candidato; sigue en exclusividad las oscilaciones de sus intereses.
Del otro lado del angosto sendero, está el límite social de la sociedad entre los cuales se destacan los gremios (los grandes sindicatos de industria y logística), y el activo kirchnerismo que gana la calle. Ambos, por ahora, no convergen; están metidos en la interna del matrimonio o ex matrimonio kirchnerismo/peronismo.
Macri y los suyos han elegido mucha acción pero con resultados demorados porque son conscientes del escaso margen del triunfo en el ballotage, y del acotado poder político-institucional del que disponen. El fantasma De la Rúa los persigue y quieren evitarlo a toda costa. Transitan tratando de administrar la economía, tomando medidas antipopulares, y queriendo mantener los consensos. Algunas restricciones son bien vistas por la clase media pero en la cabeza de este estrato social golpea una pérdida de poder adquisitivo que lo pone en contradicción. Macri sabe que un resultado negativo en las legislativas del 2017 lo pondría al borde de la impotencia hacia la renovación.
Sus primeros movimientos políticos han mostrado su preocupación por destruir al kirchnerismo; han encontrado colaboradores impensados (¿impensados?) en una parte del peronismo.
La realidad es que la etapa k. era más que un ex gobierno sino, más bien, un régimen político que había cooptado parcialmente al Estado y que quería mantener posiciones. Simultáneamente con el desalojo de funcionarios e instituciones comprometidas, priorizaron la relación con las provincias, intentando quebrar la amalgama entre peronismo y kirchnerismo, aprovechando la situación de incertidumbre provocada por la derrota. O sea, pivotearon sobre una brecha real entre dos identidades – peronismo/kirchnerismo – que muestran sus diferencias. Para eso, Massa cumplió y cumple una función que se valúa en votos en el recinto, pero sobre todo los titulares de los ejecutivos provinciales, siempre necesitados del Tesoro Nacional. La presencia del Frente Renovador en la casa Rosada los convierte en socios, no de Cambiemos, sino de Macri, y es lógico suponer que en algún momento el diputado tigrense se distanciará para diferenciarse y avanzar hacia su propio destino. Pero, también puede ser un puente importante para la proyección futura.
La dirección económica del gobierno en manos de Prat Gay ha decidido utilizar la inflación: mientras por un lado tratan de bajar el gasto público, por el otro siguen emitiendo para no chocar la economía. Un frenazo sería socialmente insoportable. La disminución de la inflación se hará en el tiempo. ¿Se hará? Sí, seguramente lo hará el mercado a través de recesión con parate y desocupación.
Es decir, estamos ante una centro-derecha más pragmática que programática, que tiene que convivir con el principal mal de la economía según la receta liberal: la inflación. Esto le genera contradicciones en la alianza ganadora y disputas internas, que están a la vista. Es verdad que se encontraron con una economía cuyos indicadores macroeconómicos, excepto el desendeudamiento, requerían atención; algunos con carácter de urgente. Hay problemas que trascienden las causas locales porque la economía mundial está en caída, y los precios de nuestros productos deprimidos.
Entra dentro del marco de las convicciones el cambio de la preeminencia relativa en términos macro. Durante el kirchnerismo se priorizó el Estado sobre el Mercado (si bien esto no se completó); para Macri está claro que hay que invertir la ecuación. La decisión de designar ex CEOS de grandes empresas en funciones de conducción de lo público es prueba suficiente de una intervención del management privado sobre el Estado. Por otro lado, es importante señalar que se mantiene la presencia del Estado en mercados estratégicos, pero con dirección privada. Falta poco, muy poco, para que el gobierno comience a hablar de derrame.
En dos meses Macri hizo mucho, sobre todo desarmó mucho de lo realizado, con una fuerte transferencia de ingresos a partir de la devaluación, y se apoyó en contradicciones del propio campo del peronismo/kirchnerismo. Las divisiones de la oposición le dan ánimo para seguir caminando por el estrecho sendero. Intenta construir sus alianzas, tanto con Massa y el Frente Renovador (se sumaría Margarita Stolbizer), como con algunos peronistas que se distancian de la dirección de CFK.
El período legislativo que se inicia va a ser revelador de si Macri logró ampliar su poder. La primera cuenta a mano alzada que hace el oficialismo es para Diputados: 89 de Cambiemos, 35 del Frente Renovador y 14 peronistas disidentes. Si esto fuera así, supera el quórum de 129. El Senado está partido y allí predominan las provincias que se acercan a la disponibilidad de recursos del Poder Ejecutivo.
En este camino de cuatro años, nos parece que Macri va a estar tentado a encontrarse en varias oportunidades con su convicción más íntima que es más reaccionaria que lo que su gobierna muestra. También es posible que Macri abra una puerta a un sector del peronismo contraviniendo al costado más gorila de Cambiemos. Esto es una hipótesis, cuya justificación proviene de experiencias repetidas en la argentina contemporánea. Por supuesto que un peronismo/kirchnerismo divorciado, haría más viable la reelección.
Macri va a tratar que su camino sea lo más aséptico posible (nadie se llama a sí mismo “derecha”), casi como un consejo que proviene de la experiencia mundial, pero seguirá mostrando su hilacha que nada tiene que ver con la emancipación, o la igualdad; o un Estado que conduzca el desarrollo económico.
El porvenir irá resolviendo algunos interrogantes para generar otros, pero sin duda, que por el desfiladero se camina, y se puede llegar, o uno puede caer en el intento. Por supuesto que un derrumbe sería un desastre para el país, y un triunfo pequeño, muy pequeño para los fanáticos.
Es imprescindible no distraerse del propio espacio, el propio campo, que ha llegado a un cruce de caminos fundamental para saber cómo se construye una oposición competitiva que logre el apoyo de una parte importante de la sociedad.
Dijimos que Macri camina por un desfiladero. Bueno: nosotros también.
Buenos Aires, 1° de marzo de 2016
*Sociólogo y analista político.