PASO: Algunos aspectos particulares, antes de las elecciones generales
Sergio De Piero analiza en esta nota algunos de los aspectos más importantes que han arrojado las PASO realizadas el pasado 9 de Agosto. Desafíos en el FpV por consolidar la posición de Daniel Scioli y ampliarla de cara a Octubre; la perfromance de Cambiemos y Masa, y el futuro del progresismo ante el avance de la izquierda trotskista en argentina.
Por Sergio De Piero*
(para La Tecl@ Eñe)
¿Queda una imagen de las elecciones PASO nacionales del 9 de agosto? Las sensaciones son diversas porque las expectativas respecto de las elecciones fueron variando: del inminente fin de ciclo (al calor de la devaluación del año 2014, los acuartelamientos policiales, y más recientemente la muerte del fiscal Nisman y la marcha subsiguiente) a un discurso de campaña donde el oficialismo habla de continuidad, aunque su candidato no sea del núcleo duro del kirchnerismo, y la oposición que afirma que todo terminará el próximo 10 de diciembre, pero con la promesa de que no tocarán nada de lo hecho por el kirchnerismo en términos políticos específicos, más allá de las vagas promesas de acabar con la corrupción, el clientelismo y la cadena nacional.
La campaña y las mismas elecciones devienen en un hecho político difícil de decodificar. ¿Acaso, finalmente, da lo mismo quien gane las elecciones? ¿No existe en estas elecciones, un proyecto político en pugna? ¿Será solo cuestión del despliegue de marketing que cada candidato logre exhibir?
¿Qué dejó la PASO?
No hubo en la elección del 9 de agosto escenarios inesperados: las posiciones de los candidatos fueron según las encuestas lo habían presentado, incluso los porcentajes no estuvieron muy lejos de lo previsto. De todos modos algunos aspectos por mencionar. El desdibujamiento casi total de la candidatura de Victor De Genaro en la Alianza Frente Popular; su partido no podrá competir en las generales ya que se ubicó debajo del umbral exigido (consiguió solo el 0,50% de los votos)[1]. Marca los límites claros de una opción políticas que, con críticas recurrentes al kirchnerismo, no ha logrado establecer una propuesta que lo diferenciara visiblemente de aquel. Se nos ocurre que el impulso que ese espacio logró en 2001, de la mano de la propuesta del FRENAPO (Frente Nacional contra la Pobreza) no fue procesado políticamente en aquel contexto y luego, ante la aparición del kirchnerismo, no pudo gravitar del mismo modo. Un caso semejante, aunque con mejor suerte electoral, lo constituye Progresistas el frente que lleva a Margarita Stolbizer como candidata a la presidencia. El progresismo local, ha tenido muchos problemas para consolidar su perfil, pendulando entre el acercamiento y distancia con los dos grandes partidos de los últimos 70 años: el radicalismo y el peronismo. Históricamente pareció sentirse más cómodo con el primero, acaso por compartir cierta mirada republicana sobre la política. Pero también diversos espacios del progresismo se han acercado al peronismo en distintos momentos, por ejemplo en el presente. Esa tensión entre dos polos políticos con una mucha mayor capacidad de construcción, lo hizo un poco invisible en la política doméstica. Hoy, Stolbizer se presenta para cubrir ese espacio en que intenta combinar el rechazo al peronismo (con argumentos semejante al de Cambiemos como sinónimo de “corrupción”) y una agenda “progresista” que no acaba de definirse. Quizás el 3,51% obtenido tenga que ver con eso. El FIT ha presentando por primera vez dos candidatos a presidente para dirimir; esto ha derivado que luego de seis elecciones seguidas, Jorge Altamira no sea el candidato presidencial del trostkismo más relevante, al haber sido derrotado por Nicolás del Caño. Con su 3.31% ha crecido 1 punto respecto de la PASO de 2011, consolidando al espacio, pero con un crecimiento muy por debajo del esperado.
Primera observación: los espacios que han llamado a construir alternativas al kirhcnersimo apelando a distintas tradiciones de la izquierda (la popular, la progresista y la trostkista) han tenido un peso entre escaso e irrelevante en las elecciones. O ese electorado perteneciente a la izquierda no existe ya en la Argentina, o bien volcaron su preferencia en el FpV, o quizás también en algunas de las fórmulas de Cambiemos. Me atrevería a decir que lo más relevante es que la metáfora kirchnerista que dice que a su izquierda solo se encuentra la pared, parece darle alguna razón en términos electorales. Cambiemos nunca ha expresado que su ambición es expresar una agenda de centro izquierda ni progresista, mucho menos con la victoria de Mauricio Macri.
Los que compiten para octubre
Hablando de Cambiemos, su desempeño electoral ha sido muy bueno. Macri queda posicionado como el referente indiscutido de ese espacio. En su primera elección presidencial ha logrado expandir su influencia exclusiva desde la Capital Federal a otros rincones del país. Finalmente sucedió, aunque de modo embrionario, una expansión de la presencia territorial del PRO que se ha dado con variada intensidad en otras geografías. La más importante en la provincia de Buenos Aires, donde incluso puede aspirar a lograr algunas intendencias, lo que le daría la presencia territorial necesaria para consolidarse como partido nacional. La UCR con un magro 4%, queda en una situación de debilidad identitaria y efectiva al interior de una alianza que reconoce a un solo ganador, que no parece necesitar de la “presencia radical en territorio” para seguir sumando; una carta reiteradamente blandida por el partido centenario, pero que no parece estar ya en uso efectivo.
El espacio que generaron Sergio Massa y José Manuel de la Sota, pareció tener una mejor performance de la esperada, que podría resumirse en esta sentencia: hicieron una muy buena elección, pero que probablemente no los conduzca a ninguna parte. De La Sota, puede mostrar el pergamino de haber triunfado en su provincia como el candidato más votado, acaso siguiendo la estrategia de Adolfo Rodríguez Saa de triunfar en su pago (cosa que volvió a hacer en esta elección, por otra parte) No es mucho, pero dejó en claro que él manda en su provincia. Massa, que había arrasado en la 1° sección electoral (el norte de la provincia de Buenos Aires) en el 2013, esta vez tuvo que resignarse a un 3° lugar también en esa misma sección. Su elección no fue mala, pero la dispersión territorial del voto le erosiona su imagen pensando en la presidencia.
El FpV alcanzó el mayor porcentaje de votos. Ha ganado con claridad a nivel nacional y solo perdió en tres distritos: CABA, Córdoba y San Luis. Daniel Scioli se ha posicionado como un claro ganador en esta etapa, sin embargo la proyección para octubre, que le es propicia, no le es automática. Cuenta con algunos puntos favorables muy claros: retuvo todo el voto kirchnerista que ha acompañado al oficialismo estos años, y respecto a las peores elecciones, ha sumado uno 6 puntos. Pero también es cierto que aun se encuentra por debajo del 47% obtenido por Cristina Fernández en 2007 y del 54% de 2011. Su voto se extiende con amplitud a toda la geografía del país, ganando en 21 distritos, como decía. Pero la victoria en la Provincia de Buenos Aires no fue de la contundencia esperada. Así, tiene las chances más claras de alcanzar la presidencia en octubre, porque con solo sumar un 6% sobrepasará el 45% necesario para evitar el ballotagge. Ese escenario no es en absoluto imposible.
Pero queda una cuestión en ese camino. Dije que el fin de ciclo se desdibuja en la escena nacional, muy particularmente porque la oposición no logra establecer una agenda alternativa de gobierno y de allí que recurre al grito del fraude (porque no ha presentado denuncias en el poder Judicial) como mecanismo para neutralizar una tendencia electoral que no pueden revertir (uno no pude dejar de asombrarse, o incluso asustarse, al ver a algunos sectores jugar con pólvora hablando de fraude e ignorando el peligroso proceso de deslegitimación que se puede desencadenar sin tener pruebas al respecto). ¿Ha renunciado la oposición a la generación de agenda política para aferrarse sólo al grito del fraude? Ojala que no.
Por ello, en realidad es el FpV quien vive dentro de su propio espacio, el fin de ciclo en términos más profundos; se trata de pensar cómo acumula electoralmente en medio del traspaso del liderazgo de Cristina Fernández hacia Daniel Scioli, al menos en términos electorales para alcanzar en octubre un triunfo cómodo, que no deje dudas. La estrategia de blandir el fraude ante una elección cuesta arriba para la oposición ya está instalada. Solo un FpV y un Scioli que acumule con mayor firmeza votos para octubre pueden desarmar ese peligroso entramado propuesto.
[1] Los resultados aquí presentados corresponden al escrutinio provisorio, publicado en www.resultados.gob.ar
Buenos Aires, 31 de agosto de 2015
* Politólogo, UBA/FLACSO/UNAJ