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Satélites para todos y todas

 

El desarrollo y producción argentina del satélite Arsat I pone en evidencia que el modelo agroexportador junto a la industria del ensamble, ya no son suficientes para la creación de una economía que afronta nuevos problemas devenidos de la crisis del capitalismo mundial. Lo positivo es que ya se está debatiendo cómo enfrentar las nuevas problemáticas. El desafío es grande.

 

Por Gerardo Yomal*

(para La Tecl@ Eñe)

En el curso de este año, Hugo Yasky, de la CTA oficialista, señalaba que la pobreza alcanzaba al 17,8% de la población; para el dirigente del Movimiento Evita y ex presidente del INTI, Enrique Martínez, era del 20% y para el consultor Miguel Bein, del 23%. Este último es uno de los principales asesores económicos de Daniel Scioli y en su momento la presidenta lo mencionó positivamente en un discurso en cadena nacional.

 

Agustin D'Attellis, de la Gran Makro, se refirió a “la posible recesión”; el ex director del Banco Central, Arnaldo Bocco, toma nota de que hay que dar “una pelea a la inflación” y el periodista de Página 12, Horacio Verbitsky, escribió que “…sin duda los sucesivos gobiernos kirchneristas han cometido errores en su política económica, que hoy lucha con la temida estanflación…”. Desde el portal oficialista infonews.com se afirmaba que “no se crean empleos genuinos en el sector privado desde hace varios años…”.

Las citas precedentes son de dirigentes, economistas, periodistas, etc. que —con matices— militan dentro del oficialismo o simpatizan con las grandes líneas del modelo kirchnerista.

 

Se podrán discutir metodologías y números, pero ya es evidente que la política económica del oficialismo genera tensiones fuertes y las posibilidades de avanzar se complican, a diferencia de muchos años anteriores donde el mejoramiento de la vida cotidiana de millones de argentinos fue su principal pilar.

 

Una pregunta pertinente sería: si creciendo tantos años a tasas chinas del 7 u 8% anual no se pudo resolver totalmente, por ejemplo, situaciones de pobreza muy solidificadas, ¿cómo se podrá hacerlo en un contexto de nulo o bajísimo crecimiento? ¿Cómo se podrá generar más inclusión si la economía no crece?

 

OTRO JUEGO

 

La respuesta a estas preguntas surge incluso de sectores oficialistas que militan en el Movimiento Evita, como es el caso del ex canciller y precandidato presidencial, Jorge Taiana.

 

El “libro” utilizado hasta ahora funcionó pero encontró sus límites. Si no se inventa otro “tomo”, otra manera superadora de enfrentar los problemas económicos, es imposible avanzar hacia una sociedad más igualitaria y justa. ¿Cuáles serían los temas estratégicos donde habría que poner fuerza? Taiana dice que hay dos puntos centrales: “El primero es un tema de inserción internacional y el perfil de la Argentina productiva; el segundo es la relación entre el poder político y los poderes fácticos o el poder concentrado en nuestro país. Si no modificamos la matriz productiva, va a ser muy difícil: tenemos que consolidar el tejido industrial con ciencia y tecnología, tenemos que desmonopolizar, desconcentrar, democratizar y argentinizar la producción económica. No hemos tenido éxito en estos años en eso y hoy debe ser una prioridad porque es imprescindible para crecer, generar trabajo”.

 

El ex canciller, separado del gobierno por Cristina Fernández, agrega: “de la matriz de la producción económica hoy lo que surge es concentración de la riqueza y desigualdad; es una fábrica de desigualdad el proceso productivo actual y eso sólo puede corregirse desde el Estado a través de políticas públicas, no sólo desde el gobierno, sino también con gran movilización social”.

Claro que la problemática planteada no sólo obviamente afecta a la Argentina sino que buena parte del mundo está en la misma encrucijada: cómo generar puestos de trabajo en blanco,  incluir niveles de bienestar, reducir las diferencias, etc.

Tal es el nivel de la crisis internacional que, por ejemplo, en países como Grecia, un millón de empleados públicos estuvo trabajando desde hace muchos meses sin cobrar el sueldo con el único objetivo de no perder sus puestos de trabajo. Yendo a los Estados Unidos según la Oficina del Censo del Estado de California (una de las economías más grandes del mundo, por si misma) registra un 25% de su población en la pobreza.

 

SATÉLITES PARA TODOS Y TODAS

 

En un contexto de restricción externa, para este año 2014 el déficit energético, la electrónica de consumo y la industria automotriz nos requiere alrededor de 20 mil millones de dólares. Sumado a esto, la brutal baja de la soja más la disminución del precio del petróleo —que haría reducir expectativas sobre Vaca Muerta—, ponen a la economía argentina en un nuevo escenario.

Por eso fue importante el lanzamiento del satélilte Arsat 1. Aunque en la estructura productiva argentina todavía es una especie de mosca blanca, sí genera muchas esperanzas y un simbolismo enorme en el sentido de que la Argentina puede construir su lugar en el mundo, construyendo soberanía tecnológica.

 

Invap y Arsat han logrado construir y diseñar un producto complejo colocando a la Argentina a la par de los países más poderosos del mundo. Valga la digresión de que hasta el acérrimo opositor a este gobierno, el periodista Nelson Castro, desde TN reconoció este “logro” del gobierno kirchnerista.

 

Ahora la cuestión es cómo incentivar, planificar y generar nuevos productos, integrando a otras áreas de investigación del Estado y a muchos actores privados. Un país que diseña un satélite como el Arstat I tiene capacidad para diseñar otros proyectos de altísimo valor agregado, que rompa con la histórica dependencia de las clásicas materias primas. Habrá que imaginar una Argentina vendiendo “paquetes tecnológicos”, apostando al conocimiento y a puestos de trabajo muy bien remunerados.

 

Un kilo de satélite sale 100 mil dólares y para producirlo se necesita 1.300.000 horas hombre. Un celular lleva 180 segundos ensamblarlo. Simplificando: queda claro que la ecuación soja, autos y armadurías en el sur no alcanza.

También se han dado otros pasos en este camino: el propio diario Clarín publicaba una nota con la expresión “el tsunami tecnológico”.

La realidad es que la Argentina está exportando más en software que en carne: vendemos 7.000 millones de dólares al año en servicios extensivos en conocimiento.

 

Tenemos cuatro de las “start ups” (pequeñas empresas de tecnología)  más exitosas del mundo y líderes en América Latina: Mercado Libre, OLX (vende más clasificados en la India que los diarios locales); Despegar y Globant (salió a la bolsa en Wall Street con gran éxito; se dedica a los diseños creativos). Y está la más grande, UNITECBlue, la primera planta de nanotecnología de Sudamérica, con una torre plateada sobre la ruta 2, en Chascomús. A su alrededor hay 3.780 empresas agrupadas en la cámara del software. En los últimos dos años surgieron en Argentina 1.420 startups,  a razón de dos por día.

 

Es evidente que estamos frente a realidades y posibilidades de construir una nueva economía.

Queda claro que “el mercado” por sí solo no lo hará. Por citar un par de casos de los EE.UU., tanto internet como Apple habrían sido imposibles sin el impulso y la participación estatal.

 

LEVANTAR LA CABEZA

 

El periodista Claudio Scaletta que se define como un heterodoxo desarrollista y que viene apoyando las medidas centrales del kirchnerismo, sin embargo, no se frena a la hora de plantear críticas y complicaciones en el escenario económico. Escribió que “…sin analizar razones, actores y alianzas de clase, puede sintetizarse que el modelo de la última década mezcló heterodoxia macroeconómica con conservadurismo estructural. Y que a pesar de cambios sustanciales como la recuperación de YPF y los recursos del sistema previsional, el gran ausente del pos-neoliberalismo fue un plan de desarrollo integral, explícito y apoyado por una alianza de clases mayoritaria…”.

 

Cristina Fernández se sinceró en una cadena nacional cuando dijo “no me canso de atajar penales”, la ex presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, afirmaba que “la economía implica saltar todos los días una piedra diferente” y en Le Monde Diplomatique se contaba que “…en el Ministerio de Economía no tienen paz. Cada día parece sumarse un nuevo enemigo y abrirse un nuevo frente de conflicto…”.

 

Tomando nota de las cotidianeidades y coyunturas, la política tendrá que dar nuevas y contundentes respuestas a una economía nacional con distintos problemas. No sólo “qué activos hay y qué cosas hay que cuidar”, al decir del investigador Gabriel Kessler, sino contar con un plan de reformas más profundas que nos acerque a un país más justo y menos desigual. Se hicieron cosas. Ahora sería necesario otra etapa.

No es sencillo. Además todo lo que se ganó, podría entrar en riesgo. Las conquistas pueden ser lábiles y resbaladizas. Igualmente Argentina parte de un buen activo. Y  lo positivo es que ya se está debatiendo cómo enfrentar las nuevas problemáticas. El desafío es grande.

 

 

*Periodista. Conductor del programa radial El Tren. Director del portal Puede Colaborar-Periodismo Impuro  http://www.puedecolaborar.com.ar/

 

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