El destino de nuestro país es extraño: No posee un sector empresario importante que defienda el trabajo y la producción nacional; una porción mayoritaria de la población mira con expectativas de ombligo los acontecimientos políticos y económicos, y un Estado con serios problemas para conducir la situación mientras se mueve dentro de las reglas del sistema, más por necesidad que por convicción. Entonces resistir se hace urgente y resistir es oponerse con tenacidad a las ambiciones desmedidas de los buitres de adentro y de afuera en defensa de nuestro presente y nuestro futuro. Resistir es vencer.
Por Horacio Rovelli*
(para La Tecl@ Eñe)
La historia es rica en ejemplos de resistencia ante la injusticia, como también demuestra que las causas dignas, más allá del resultado, son las que prevalecen. El Mariscal Francisco Solano López le dijo a Mitre: “… no gana quién queda en el campo de batalla, sino el que lucha por las causa más bella”, y a todos nos queda grabado desde el primer año del secundario, la resistencia de Numancia por 20 años (del 153 al 133 a.c.) contra el imperio romano; eran causas perdidas, tal vez, pero eran causas nobles donde la dignidad y la razón no pudieron ser la mayor fuerza, pero que demuestra que es preferible “morir de pie que vivir de rodillas”.
El problema se complica cuando no solo se enfrenta al enemigo de afuera, que se lo tiene perfectamente identificado y que solo se espera de ellos la mayor de las agresiones, sino el enemigo de adentro, que al vivir en el mismo suelo y mimetizarse con nuestras costumbres y credos se nos tornan familiares, pero que no tienen otro interés que el de lucrar con los serios problemas que nos presentan el juez Griesa y la justicia norteamericana al avalar el reclamo de los “fondos buitres”.
Esto es, los “fondo buitres” pretenden cobrar al contado el 100% de sus acreencias, más los intereses, más las costas judiciales, cuando en los dos canjes del año 2005 y 2010 la Argentina acordó con el 92,4% de los acreedores que se le reconocía hasta el 35% de la deuda y el plazo de pago alcanza hasta el año 2038. Entonces, qué interpretación hace el Juez Griesa del “pari passu” (igual trato) por un lado, y con qué derecho puede instrumentar el “discovery” de rastreo y seguimiento de las cuentas en el exterior de nuestro país, ante el no aceptar (desacato) su fallo flagrantemente injusto.
La Presidenta de la Nación lo planteó claramente en su discurso del martes 19 de agosto de 2014 al fundamentar el envío del Proyecto de Ley de reemplazo del BONY (Banco de Nueva York Mellon) como agente fiduciario por el Banco Nación Fideicomiso SA:
“Argentina cumplió, de acuerdo a los contratos que había firmado con los adherentes, y depositó en tiempo y forma en el banco de Nueva York la suma de 1150 millones de dólares. De ese total, 539 millones de dólares quedaron en una suerte de limbo jurídico: ni fueron embargados ni le fueron abonados a los acreedores”. “Argentina tiene la vocación de defender la reestructuración de la deuda de 2005 y 2010, que involucra a quienes creyeron en la Argentina y que vienen cobrando en tiempo y forma”. “También queremos un acuerdo con el ciento por ciento de los acreedores, en forma justa, legal, equitativa y sustentable”, agregó, en referencia a la intención de mantener la oferta a los holdouts que no ingresaron en los canjes de deuda de los años 2005 y 2010.
Pero esta situación es aprovechada por un amplio sector del empresariado de nuestro país, que sistemáticamente han fugado dólares, de forma tal que el INDEC estima que superan los U$s 200.000 millones a la fecha, y pretenden hacer valer esa tenencia (esa propiedad ilícita, burlada de impuestos y leyes argentinas) para comprar por la mitad lo que vale el doble.
En efecto, a medida que el gobierno va extremando las medidas para que no se cumpla la injusta interpretación del “pari passu” del Juez Griesa (avalada por la Corte de Apelaciones de Nueva York y la Suprema Corte de Justicia de los EEUU), ante la supuesta falta de divisas para completar los pagos hasta el 10 de diciembre de 2015, en total, unos U$s 14.000 millones, a los que habría que sumar el depósito en el BCRA de los acreedores que no ingresaron al canje y que rondaría otros U$s 3.000 millones más, cuando el ingreso esperado solamente por retenciones para el mismo plazo supera los U$s 11.000 millones, y el BCRA tiene reservas por U$s 29.000 millones.
Lo que estamos diciendo es que este sector pusilánime y oportunista, aprovecha el conflicto, la actitud de nuestro gobierno de no ceder ante la justicia norteamericana de pagarle al contado y todas las acreencias a los fondos buitres (cuando en el caso al menos del MML Elliot de Paul Singer, nunca le prestó un solo dólar al país, y compró a sus primeros tenedores los bonos en default del año 2001), para lucrar a expensas del país.
De allí la presión sobre el llamado dólar blue, o la más sofisticada compra de títulos de deuda de la Argentina en divisas que al bajar su valor de venta (se da menos dólares de lo que dice la lámina) implica un mayor rendimiento al pagar una tasa fija sobre el valor nominal, como es el caso del Boden 2015 que vence el año que viene, por un valor total de U$s 6.000 millones y le estaría dando una renta anual en torno al 16% en dólar.
Ahora bien, esta renta especulativa se opone a la inversión y a la rentabilidad por producción, y demuestra una vez más, lo mezquino e insignificante del pensamiento de gran pate del empresariado local. Especulan en lo inmediato y en el corto plazo, en lugar de ampliar la capacidad productiva, el nivel tecnológico, la investigación y la capacitación de los trabajadores.
En los años de bonanza del “kirchnerismo”, aprovecharon la capacidad ociosa con que se encontraban (fábricas cerradas, máquinas paradas, trabajadores desocupados) y esperaron que el Estado, primero absorbiera sus deudas (la pesificación asimétrica de Duhalde, con De Mendiguren de Ministro de Producción, cambiando los dólares de su deuda a solo $ 1,40.- cuando en el mercado paralelo superaba ampliamente los $ 3 por divisa norteamericana) , segundo, que el Estado les generara un fuerte mercado interno al aumentar por decreto los salarios y luego por paritarias libres, mientras conjuntamente percibían créditos a tasas menores que la inflación, energía subsidiada y protección del mercado interno, y el país creció y las empresas ganaron mucha plata, incluso diversificaron su producción dedicándose a la soja u a otro cultivo, pero también sistemáticamente compraron divisas para fugar capitales.
Es cierto lo que dijo la Presidenta en la Bolsa de Comercio el día jueves 21 del corriente, con motivo de cumplirse 160 años de su creación: no existe en la Argentina un mercado de capitales donde las empresas puedan colocar sus acciones en busca de recursos para ampliar su capacidad productiva, y no existe porque esa no es la vocación de gran parte de los empresarios; lo suyo es tratar de extraer lo más que puedan de sus trabajadores y del Estado, ser causantes del insuficiente nivel de inversión por fuga sistemática de capitales, y cuando, como ahora, la situación se torna conflictiva, atentar contra el modelo reduciendo jornadas laborales, eliminando horas extras, suspendiendo turnos de trabajo, anticipando vacaciones, para presionar con despidos y hasta la declaración de quiebra de las empresas para reiniciar el ciclo de apertura indiscriminada al mercado de capitales financieros globalizados con las consecuencias que ya todos conocemos y hemos vivido.
Extraño destino el nuestro: sin un sector empresario importante que defienda el trabajo y la producción nacional, con una población que mayoritariamente mira como espectadora, y con un Estado que ha sido incapaz de conducir la situación y no ha convocado a la población, confiada en su inteligencia y en moverse dentro de las reglas del sistema, atinándose a no cumplirlas en forma obligada y limitada, más por necesidad que por convicción.
Entonces el marco externo, los dos fallos de la justicia norteamericana y la ambición usuraria de los buitres les da el contexto necesario para, en la finalización del mandato de un gobierno, exigir que el Estado no intervenga en los mercados, no controle las operaciones financieras y cambiarias, y se quede con los brazos cruzados ante los embates del capital más especulativo de adentro y de afuera.
Resistir es vencer, oponerse tenazmente a las ambiciones desmedidas de los buitres de adentro y de afuera en defensa de nuestro presente y nuestro futuro que quedaría irremediablemente limitado por la deuda, como nos pasó desde la dictadura militar de marzo de 1976 pasando por el menemismo y default de 2001, hasta el cambio de las reglas de juego el 25 de mayo de 2003 cuando asumió la Presidencia de la Nación Néstor Carlos Kirchner, por lo que no se los puede dejar que impongan precios y condiciones en el mercado interno, o permitir que se ajuste la producción vía menos trabajo y menos remuneración.
Es cierto, el 10 de diciembre 2015 asume otro gobierno, han tenido el tino y la inteligencia de confundir a la población para confiar en la posibilidad más que cierta de que se elija un Presidente dócil, que se siente a su mesa y que los obedezca, pero todavía restan más de 16 meses donde ellos tratarán de “marcar la cancha” amenazando con despidos y aumentos de precios, dólar blue cada vez más alejado del valor real de nuestro trabajo y de nuestros activos; pero el gobierno tiene instrumentos desde los subsidios que le otorga a los empresarios, la fiscalización tributaria, la actual ley 20.680 de abastecimiento, la ley penal cambiaria, etc. Y fundamentalmente la de convocar y dar participación al pueblo argentino de la verdadera situación y de quién es quién en esta historia, para que no se repita lo que pasó en 1989 o en el 2001, para dar dos ejemplos cercanos en el tiempo, y defender el mercado interno y el trabajo en defensa propia.
Honraríamos a Simón Bolívar si tenemos presente que los pueblos que vencen son los que luchan siempre.
*Economista especializado en temas fiscales y monetarios. Profesor de Política Económica en la Universidad de Buenos Aires. Ex Director de Políticas Macroeconómicas del Ministerio de Economía